Seamos capaces de honrar nuestra vida, siendo mujeres de trabajo. Sabemos que desde la creación del mundo, Dios ha instituido el trabajo como medio de provisión y responsabilidad al hombre, a la cabeza del hogar. Pero veo que la mujer virtuosa que agrada a Dios no es perezosa, sino por el contrario, diligente. Tiene ánimo pronto para resolver y atender a las necesidades inmediatas de su hogar.
Cuando se dice “busca lana y lino” se entiende que esa mujer es talentosa con el hilo y la aguja, sabe coser, bordar, tejer es útil con sus manos. Sus manos son provechosas, no depende de otro; ella puede resolver problemitas que incluyan telas y costuras.
Sabe trabajar en manualidades o sea sabe trabajar “con sus manos”.
¡Cuan útiles son nuestras manos y cuanto dependemos de ellas para nuestro diario vivir! La mujer que agrada a Dios no espera que todo se lo resuelvan, ella “con voluntad” con diligencia, trata de solucionar aquellas cosas que están a su alcance. Ayuda y comparte con su esposo dentro de sus posibilidades, así le ahorra y administra sus ganancias correctamente.
Recordemos a Dorcas citada en Hechos 9:36-39 que fue reconocida por las túnicas y los vestidos que ella confeccionaba.
¡Oh Señor! danos manos que trabajen,quesean fructíferas. Que sobreabunden en su productividad. Que seamos diligentes y trabajadoras capaces de velar ante las necesidades de los demás y suplirles con nuestra ayuda.
Que nuestras manos, sean como las manos de nuestro maestro Jesús; que así como trabajo con ellas como carpintero, también satisfizo a los hambrientos con la multiplicación de los panes, devolviendo la sanidad a quienes la requerían, bendiciendo, etc. Así también llegó al extremo de su sacrificio y fueron sus manos las clavadas en la cruz.
Señor dame manos que lleguen al sacrificio por ti, si es necesario ¡gracias por tu ejemplo!
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