¿Qué nos decimos ante el estrés? ¿Cómo lo manejamos?
Respirar hondo, dividir las tareas, delegar, son algunos de varios acertados consejos que encontramos al buscar técnicas para manejar mejor un nivel de estrés relativamente elevado y estable. Pero, ¿qué nos decimos ante el estrés? La propuesta de hoy, es detenernos a reflexionar sobre los mensajes que nos dirigimos al enfrentar situaciones difíciles y el papel del estilo explicativo en las mismas.
Sin duda la respuesta a, ¿qué nos decimos ante el estrés?, varía según las características de cada escenario. En la Psicología Positiva, encontramos en concepto de "estilo explicativo" para denominar a la manera en que acostumbramos interpretar lo que sucede a nuestro alrededor. Esta corriente que estudia científicamente el bienestar mental, distingue entre estilo explicativo optimista y pesimista, estando éste último especialmente vinculado al estrés.
Estilo explicativo pesimista
Quienes emplean frecuentemente un estilo explicativo pesimista, consideran que las cosas buenas que les ocurren se deben a factores externos como la suerte. No reconocen o minimizan mucho los efectos de las propias acciones. Piensan que su control e influencia sobre las causas del evento son pocas o nulas y que no se repetirá ni tendrá consecuencias favorables en otras áreas.
Mientras que a los acontecimientos negativos sí los ven estables, difíciles de modificar y con efectos capaces de afecctar otras áreas. Todo lo cual los lleva a culpabilizarse y recriminarse con mensajes acordes, asumiendo una responsabilidad excesiva.
Estilo explicativo optimista
Aquellos que mantienen un estilo explicativo optimista, consideran a los acontecimientos positivos más estables, con efectos favorables extensibles a otros ámbitos, y se dirigen mensajes reconociendo su participación.
Mientras que a los sucesos negativos, los piensan específicos a una situación y que sus efectos no necesariamente se extenderán. Los mensajes aquí, dan cuenta de la confianza en las propias capacidades, de una voluntad de aprender y de realizar acciones positivas que solucionen las dificultades y sus causas.
Las personas que mejor manejan el estrés, tienden a percibir las situaciones problema como desafíos que brindan la oportunidad de crecer y ganar un aprendizaje, en lugar de pensarlas como inminente derrota. Muchas veces no es nada sencillo enfrentar la adversidad, pero no intentarlo significa aceptar un estrés constante.
Modificar nuestra visión de la adversidad
Las palabras con las que describimos lo que nos sucede, suelen estar muy arraigadas y reflejar pensamientos y sentimientos, que luego se traducen en comportamientos. Palabras como "desafío", se acercan a un enfoque optimista y realista. Cuando entendemos una situación como un desafío, nos dirigimos mensajes que nos alientan a afrontarla, apelando a nuestra creatividad y flexibilidad en vez de huir.
¿Cómo te sientes cuando algo que te importa sale bien? ¿A qué piensas que se debe? ¿A tu dedicación? ¿A la casualidad? Y cuando no resulta como esperabas, ¿te culpas e imaginas que se repetirá? Registrar por escrito lo que te dices, así como los aspectos modificables de una situación tensa, es de gran utilidad a la hora de trazar estrategias.
Avanzar hacia un estilo explicativo optimista, implica sustituir mensajes generadores de estrés por otros más adaptativos, mientras respondemos la pregunta inicial, ¿qué nos decimos ante el estrés?
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