Vienes a mí...
Vienes a mí, te acercas y te anuncias con tan leve rumor, que mi reposo no turbas, y es un canto milagroso cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas, y hay al mirarnos atracción tan fuerte, que lo olvidamos todo, vida y muerte, suspensos en la luz de tus pupilas.
Y en mi vida penetras y te siento tan cerca de mi propio pensamiento y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo si somos dos reflejos de un ser mismo, la doble encarnación de una sola alma.
Enrique González Martínez (1871-1952)
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