¡Cómo me dejas que te pienses! Pensar en ti no lo hago sólo, yo. Pensar en ti es tenerte, como el desnudo cuerpo ante los besos, toda ante mí, entregada. Siento cómo te das a mi memoria, cómo te rindes al pensar ardiente, tu gran consentimiento en la distancia. Y más que consentir más que entregarte, me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas recuerdos en escorzo, me haces señas con las delicias, vivas, del pasado, invitándome. Me dices desde allá que hagamos lo que quiero -unirnos- al pensarte. Y entramos por el beso que me abres, y pensamos en ti, los dos, yo sólo.
Pedro Salinas (1891-1951)
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