¿Por qué no te das otra oportunidad?
¿Quién no ha sufrido alguna vez algún daño amoroso? Habitualmente, quién ha sufrido una herida emocional desarrolla una cierta versión a exponerse a situaciones parecidas a la que le ha producido ese sufrimiento. Una de estas situaciones, es el amor.
Así, especialmente en las primeras fases de cicatrización de la herida emocional es cuando muchas personas se cierran de manera más hermética y les cuesta volver a empezar. Sin embargo, otras hacen todo lo contrario y buscan rápidamente a alguien que sustituya ese daño pensando que “un clavo saca a otro clavo”.
3 MANERAS ERRÓNEAS DE REACCIONAR ANTE UN DESENGAÑO
1. Volverse muy exigente: Esta forma de actuar consiste en poner demasiadas exigencias a la hora de volver a iniciar una relación con alguien. A veces estas exigencias son realistas y están bien, pero otras veces son exageradas y se hacen de manera inconsciente con el fin de no volver a sufrir, son como mecanismos de defensa.
Muchas personas afirman que son poco enamoradizas y muy exigentes, pero a menudo, detrás de eso se esconde el miedo a sufrir, y por ello, siempre encuentran algo en otros que saboteen sus nuevas relaciones.
2. Vivir en el pasado: Consiste en no ser capaz de cerrar una etapa amorosa anterior. Se recuerda a la persona creyendo que no será posible volver a conocer a nadie igual. El problema de esta manera de actuar, es que al creer que no se puede conocer a alguien parecido, se puede caer en la inactividad.
Al final se puede cumplir lo de no volver a conocer a alguien parecido, pero más que nada, será porque no se toma la iniciativa de conocer a nuevas personas. Hay tantísimas personas en el mundo, que siempre se puede encontrar el perfil que nos gusta, pero para conocerlas hay que mantenerse en actividad social.
3. El auto-saboteo: Sabotearse significa ser muy negativo a la hora de definirse, no creer en uno mismo, quitarse valor, poner excusas para no emprender algo, etc... Es ponerse impedimentos para conseguir cualquier objetivo.
Después de una mala experiencia, las personas que tienen la autoestima baja, suelen experimentar culpa y sentimientos de fracaso. Son precisamente estos sentimientos y los pensamientos negativos que se generan los que complican que la persona vuelva a ser receptiva ante una situación similar; esto sucede así porque si uno no se siente valioso, será complicado que pueda abrirse o exponerse ante el comienzo de una nueva etapa.
RECUPERAR LA CAPACIDAD DE AMAR
Pensamientos y sentimientos tienen una relación muy íntima. Así, los sentimientos pueden variar según la manera en la que pensemos y podemos generar sentimientos con nuestra forma de pensar. Una ruptura amorosa nos puede generar miedo, ira o tristeza pero, y aquí viene lo maravilloso, podemos crear alegría manejando nuestros recuerdos, nuestra atención o nuestra conducta para enfrentar todas estas emociones negativas. Seguir adelante no es una obligación sino una gran oportunidad de conseguir algo mejor. De hecho, si terminó probablemente fue porque no era lo suficentemente bueno.
Saber que podemos tener cierto control sobre nuestras emociones, tomar conciencia de esto, es el primer paso para poder utilizar una de la armas más poderosas con las que contamos. Permitirnosla usar es un paso difícil que podemos o no dar; a veces conocer el grado de control que podemos llegar a tener puede generar un gran miedo por la responsabilidad que supone.
En el fondo, la mente funciona como un eco para las emociones. Así, si por ejemplo, salimos a la montaña en un día lluvioso y nos centramos en lo embarrado que está el camino y el frío que hace, nuestras emociones no serán buenas, en cambio, si decidimos pasar por alto lo negativo y nos paramos a mirar el bonito paisaje que se observa, sentiremos bienestar y satisfacción.
Al final nada en esta vida es para siempre, ni siquiera nuestra propia existencia. Consentir que algo que tiene que terminar termine y entender que este final no hace que pierda su valor sino que nos da la oportunidad de descubrir e iniciar nuevos proyectos es una forma de pensar y actuar que contribuye a que, precisamente, no nos perdamos nuestra propia vida.
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