CONVIÉRTEME, SEÑOR
Del ruido, que me impide
escucharte,
a la paz que me permite sentirte con
nitidez.
De la comodidad, que desfigura mi
felicidad
a la sobriedad que necesita mi alma
para no perderte
a la belleza interior como camino
hacia la perfección
CONVIÉRTEME, SEÑOR
¡ De mi voz, suave y tímida para
pregonarte,
a un testimonio vivo ,eficaz y
valiente,
para proclamar que, como
Tú,
nada ni nadie ha de salvar al
hombre
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mi autosuficiencia, orgullo y
seguridades
a la humildad para saber y poder
encontrarte
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mis apariencias, simples e
interesadas,
a la plenitud que me ofrece tu
presencia,
real y misteriosa, dulce y
exigente,
divina y humana, audible….y a veces
silenciosa
Con respuestas….y a veces con
interrogantes
CONVIÉRTEME, SEÑOR
Y dame un nuevo corazón para
alabarte
Y dame un nuevo corazón para
bendecirte
Y dame un nuevo corazón para
esperarte
Y dame un nuevo corazón para
amarte.
Amén.
¡POR TI, MARÍA!
1.Nos mantenemos despiertos. Tu
figura, es despertador que nos hace conservar los ojos abiertos ante Jesús que
llega.
2.Nos ponemos en marcha en el camino
que separa nuestra vida de la gruta de Belén. Pues, mirando hacia el suelo, a
todas luces son tus huellas las que se ven.
3.Decimos “SI” aunque, a veces, nos
cueste y nos duela. Pues, Nazaret, se da y se construye en todos los hombres y
mujeres que digan, como Tú, que “SI”.
4.Soñamos aun estando despiertos
pues, el adviento, es estar vigilantes y con una sonrisa en los labios: ¡El
Señor vendrá!
5.Caminamos y avanzamos sostenidos
por la fe. Porque, en Ti María, vamos con los cántaros de nuestro corazón para
que Tú los llenes de la esperanza de Dios.
6.Miramos hacia el Misterio y, al
encontrarnos contigo, nos asombramos de lo que gime y crece en tus entrañas de
Madre: Dios humanado.
7.Oramos y cantamos, pensamos y
guardamos silencio. Porque, tu ser de Madre, nos indica que en la oración y la
alegría, el pensamiento y la sobriedad…podemos dar mucho mejor con
Dios.
8.Creemos que es posible ser mejor o,
por lo menos, diferentes a este mundo tan escaso de ilusiones y de esperanzas.
Profesamos, en la gruta de nuestras casas, que se puede disfrutar en esta tierra
sin dejar de lado al Señor.
9.Nos comprometemos, ante Jesús que
viene, a limpiar por dentro –y también por fuera- aquello que nos pueda impedir
la total comunión con Él. ¿Nos ayudarás María a transformar nuestra carne y
hueso en madera de un humilde pesebre?
10.Contigo, María, cantamos las
grandezas del Señor. ¡Algo pequeño se hizo grande en Ti cuando, Dios, se detuvo
frente a tu persona! Hoy, como ayer y siempre, te decimos: ¡BIENAVENTURADA E
INMACULADA MARÍA!