Sábado de tiempo de Navidad después de la Epifanía del Señor
Santo(s) del día : San Teodosio, Santo Tomás de Cori
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Papa Francisco: Un leproso reintegrado en la sociedad
Epístola I de San Juan 5,5-13.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo
vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el
agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es
la verdad.
Son tres los que dan testimonio:
el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo.
Si
damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que
aceptar el testimonio de Dios. Y Dios ha dado testimonio de su Hijo.
El
que cree en el Hijo de Dios tiene en su corazón el testimonio de Dios.
El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el
testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y el testimonio es este: Dios nos dio la Vida eterna, y esa Vida está en su Hijo.
El que está unido al Hijo, tiene la Vida; el que no lo está, no tiene la Vida.
Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna.
Salmo 147,12-13.14-15.19-20.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
a tu Dios alaba, oh Sión!
El refuerza las trancas de tus puertas
y bendice a tus hijos en tu seno;
guarda en paz tus fronteras,
te da del mejor trigo en abundancia.
Si a la tierra envía su mensaje,
su palabra corre rápidamente;
A Jacob le revela su palabra,
sus leyes y sus juicios a Israel.
Con ningún otro pueblo ha actuado así,
ni les dio a conocer sus decisiones.
¡Aleluya!
Evangelio según San Lucas 5,12-16.
Mientras
Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al
ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: "Señor, si quieres, puedes
purificarme".
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante la lepra desapareció.
El
le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: "Ve a presentarte
al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés,
para que les sirva de testimonio".
Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades.
Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Encíclica “Lumen fidei / La Luz de la fe”, § 54-55 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
Un leproso reintegrado en la sociedad
¡Cuántos
beneficios ha aportado la mirada de la fe a la ciudad de los hombres
para contribuir a su vida común! Gracias a la fe, hemos descubierto la
dignidad única de cada persona, que no era tan evidente en el mundo
antiguo. En el siglo II, el pagano Celso reprochaba a los cristianos lo
que le parecía una ilusión y un engaño: pensar que Dios hubiera creado
el mundo para el hombre, poniéndolo en la cima de todo el cosmos… En el
centro de la fe bíblica está el amor de Dios, su solicitud concreta por
cada persona, su designio de salvación que abraza a la humanidad entera y
a toda la creación, y que alcanza su cúspide en la encarnación, muerte y
resurrección de Jesucristo. Cuando se oscurece esta realidad, falta el
criterio para distinguir lo que hace preciosa y única la vida del
hombre. Éste pierde su puesto en el universo, se pierde en la
naturaleza, renunciando a su responsabilidad moral, o bien pretende ser
árbitro absoluto, atribuyéndose un poder de manipulación sin límites.
La
fe, además, revelándonos el amor de Dios, nos hace respetar más la
naturaleza, pues nos hace reconocer en ella una gramática escrita por él
y una morada que nos ha confiado para cultivarla y salvaguardarla; nos
invita a buscar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la
utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don del
que todos somos deudores.