Mitos sobre el funcionamiento del cerebro y el aprendizaje
En el mundo educativo se oye mucho hablar de “estilos de aprendizaje”, pero no hay suficiente evidencia científica que lo fundamente. De hecho, hay una gran escasez de investigación rigurosa en los métodos de enseñanza desde el punto de vista neurocientífico, y los resultados que hay son poco difundidos entre los maestros.
Uno de los mitos más populares a nivel general es el de la dominancia de un hemisferio u otro del cerebro y su importancia sobre el aspecto creativo o racional. Pero un estudio publicado en PLoS ONE en 2013 demostró de manera bastante concluyente que la idea de que uno de los lados de nuestro cerebro es más dominante que el otro y por extensión, que éste dicta qué tipo de persona que se es, es poco más que un mito.
La verdad es que como teoría sonaba bastante bien, y se han desarrollado una cantidad innumerable de contenidos de todo tipo sobre este tema. Este y otros “neuromitos” simplemente puede perpetuar ideas falsas sobre el cerebro que pueden no tener ninguna base científica. Pero lo realmente preocupantes es cuando estos mitos influyen y condicionan la manera de criar y/o educar.
El mito de los “estilos de aprendizaje” es uno de ellos. Según esta teoría, por ejemplo, una persona de aprendizaje visual necesita que el contenido esté en mayoritariamente en formato visual. Pero realmente existe poca evidencia científica que respalde esta idea. En este sentido, etiquetar a los estudiantes (o autoetiquetarse) según un tipo de aprendizaje no hace más que limitar su riqueza de experiencias de aprendizaje, de modo que al final lo que aprende puede verse reducido.
La neurociencia es un campo floreciente de la investigación y su impacto potencial en la educación es muy grande. De hecho, ya se están empezando a ver algunos ejemplos de su aplicación.
En realidad. las intervenciones en el aula sobre la base de pruebas científicas rigurosas son realmente escasas. Según un estudio realizado en Estados Unidos muchos maestros dicen que están influenciados por la idea de los "estilos de aprendizaje", como se mencionó anteriormente, pero a su vez demandan enfoques y herramientas basadas en evidencias científicas. De hecho, cuando realizan sus propias investigaciones de aula según la base científica de su formación universitaria, se encuentran que su capacidad para analizar los resultados en insuficiente, ya que no cuentan con la formación científica y las herramientas necesarias para ello. Es más, los profesores rara vez tienen la formación científica necesaria par a apreciar la diferencia entre la experimentación informal en sus propias aulas y la base de pruebas sólidas sobre las cuales se debe basar el cambio a gran escala.
El problema de la educación es que todos hemos experimentado alguna vez y muchos de nosotros también tenemos niños con que usamos este sistema, y esto hace que cada uno tengamos una opinión sobre cómo debe hacerse. Así, nuestros puntos de vista tienden a basarse únicamente en nuestras propias experiencias, nuestros prejuicios y nuestra propia evidencia anecdótica, en lugar de pruebas contundentes de lo que es mejor para nuestros hijos y alumnos.
Pero un sistema de educación del tipo que sea que esté basado en ideas equivocadas es la mejor manera para perder oportunidades reales de mejorar, y puede ser muy perjudicial para el aprendizaje. Para que la educación realmente funcione, tanto a nivel familiar como institucional, es importante basar el sistema en fundamentos realmente demostrados y formar a los “ejecutores” de los procesos educativos en ellos.
lamenteesmaravillosa.com