Hoy pensaba ¿Dónde se irán las promesas no cumplidas?
Supongo que debe haber un agujero negro en la galaxia del olvido, donde se van volando como aves despavoridas y se las traga todas, las engulle y las esconde en su nada.
Yo creía que las promesas eran como contratos, en los que uno o más se comprometen a algo. Por ley suele ser así y ante su incumplimiento se tiene derecho a una indemnización por perjuicios.
Ahora me he dado cuenta de que esas palabras también van al mismo agujero.
Sobre todas aquellas promesas que hacemos, llevados por sentimientos que en un momento nos mueven a hacerlas, porque sirven para engrandecer a los ojos del que las recibe, ese sentimiento.
¿Y cuando el sentimiento muere? las promesas mueren.
En esta mañana quisiera ser mágica, para poder viajar hasta esa galaxia, y recuperar las que un día me hicieron, antes de que dejaran de existir los motivos que las obligaron a marchar tan lejos.
Porque yo las creí y las esperaba, yo las necesitaba para seguir creyendo y seguir esperando.
Pero ese viaje es imposible, y la indemnización por incumplimiento, son lágrimas de impotencia que me traen su recuerdo.
Las mías aún las guardo, las que yo hice las conservo, aunque “la parte contratante de la primera parte, de la parte contratante”, ya no las necesite.
Porque yo soy de aquellas personas raras, que cuando prometen algo, hacen lo que sea necesario para cumplirlo, y si creo que no voy a ser capaz, no prometo.
Ahora solo me queda una duda ¿tengo que volver a creer en las promesas que me hagan?
Tal vez, mejor creo solo en las que sea capaz de hacerme a mí misma, así si me fallo, todo queda en casa.
Me prometo, que voy a intentar, en este fin de semana, sonreír más y llorar menos.
Un abrazo para todos.
(Desconozco su autor)