Rompe con casi todos los estereotipos de la vida sacerdotal que ha elegido. Hace botellón con los amigos, tuvo "dos novias y media" y nombra de carrerilla las discotecas de Bizkaia. Pero su pensamiento es plenamente acorde con la doctrina oficial de la Iglesia. Rechaza de plano el aborto, incluso en caso de violación, no entiende el sexo fuera del matrimonio y el Papa Francisco le parece "un tío súper cercano". Álvaro Merello tiene 23 años, se acaba de licenciar en Biología por la Universidad de Navarra y es uno de los 19 seminaristas que se preparan este año en Euskadi. Lo hace en el centro de Begoña, en Bilbao.
Sintió la llamada de la religión en un viaje a Tierra Santa, al poco de romper con su última novia. Un día después, le ofrecieron una beca del Banco Santander con la que le financiaban sus prácticas en una empresa. "Fue la prueba de oro de que me quería dedicar a esto", dice con una convicción y madurez impropias de su edad. Luce un collar de cuero con una cruz de San Benito, patrón de Europa, que le regalaron unas amigas polacas, y su foto de WhatsApp es la imagen de un soldado ruso que reza el rosario antes de entrar en combate. Es consciente de que el también va a tener que batallar para garantizar el futuro de la Iglesia, que se enfrenta a serias dificultades para conectar con los jóvenes y a una alarmante escasez de vocaciones, singularmente intensa en Euskadi. "Será una responsabilidad y una alegría inmensa ser una fuente de esperanza para la gente", proclama.
- ¿Cómo le llega la llamada del sacerdocio a un joven universitario?
- Estudié la carrera de Biología a mi rollo, pero el verano de cuarto decidí hacer un voluntariado. Estuve mirando un montón de ONGs y acabé en el Algarve, en Portugal, con las monjas de la Madre Teresa de Calcuta, en un campamento con chavales de familias desestructuradas. Y allí se me metió la duda en la cabeza y no pude quitármela. En Navidades me dijo un amigo que la diocesis de Bilbao había organizado un viaje a Tierra Santa. Lo preparaba el obispo y acabé hablando con él de lo que sentía. Me contó su historia y es muy parecida a la mía en cuanto a los tiempos, las edades y lo que habíamos hecho antes. Llegué con muchas dudas sobre si mi futuro estaría con una chica o en la vida religiosa; pero un día, en el lago de Galilea, un sacerdote mayor nos dio unas claves que, por casualidad, fueron dirigidas a cada uno de mis miedos. Me desarmó todas las dudas. Poco después, decidí que esa sensación que llevaba tiempo en mi cabeza se habia convertido en una certeza. Lo mio era estar en el seminario y al menos, intentar este camino.
- ¿Cómo reaccionó su entorno?
- Los compañeros de clase me dijeron eso de 'no te pega' porque yo era el típico de la 'uni' que conocía a un montón de gente, sociable, desinhibido, ligoncente en la medida en la que podía... Pero cuando explicas que la función del sacerdote es ayudar a las personas a encontrar un sentido y una esperanza en la vida en los momentos en los que todo falla, la gente lo entiende. Mis padres no se posicionaron, su única preocupación era que fuese feliz en el seminario. Y las señoras mayores en misa me ponen sonrisa 'profidén', me agarran del papillo y me dicen que ya les gustaría tener un nieto sacerdote. Les hace mucha ilusión porque han visto que antes las iglesias estaban llenas de gente joven y ahora se han vaciado.
- En Euskadi la proporción de jóvenes que quieren ser sacerdotes es muy inferior a la media española. ¿A qué lo atribuye?
- Hace cincuenta años éramos la sociedad más clerical de España y ahora hay un rebote generalizado. Aquí lo que ha pasado es que 'todo Chus' ha meado en el tiesto del vecino. La política se ha metido en religión y la religión en política. Vas a un acto religioso y está medio PNV, vas a un acto político del PNV y está medio clero vasco.
- A raiz de su decisión, ¿cuántos amigos ha ganado y perdido?
- Sigo con la misma cuadrilla de siempre. He tenido muchas conversaciones con muchas cervezas para hablarles de mi vocación religiosa. Además, ahora me ven de manera diferente, me cuentan cosas que antes no me contaban. Es bonito que te confíen su vida, pero también una responsabilidad. Y en el seminario he hecho nuevas amistades.
- ¿Cómo se divierte un joven seminarista?
- Exactamente igual que cualquier joven. Pero sin salir a una discoteca hasta las siete de la mañana, emborracharme y liarme con una tía. Es incompatible acostarse a esa hora y levantarse el domingo a las once para estar sonriendo en la parroquia a la que voy a escuchar a la gente. Y si tengo que vivir el celibato, pues ir a una discoteca y ver a la tía más cachonda bailando electro latino… A otros no sé, pero a mí no me ayuda. Al final, es tener dos dedos de frente.
- Entonces, ¿qué hace el sábado por la noche?
- Pillo unas cervezas y unas pipas en 'el chino' y voy con mis amigos a nuestro sitio de reunión, el Muelle de Churruca, en Las Arenas. Nos quedamos hablando un rato tranquilamente y luego vamos a los bares a tomar unas cañas y echar cuatro bailes.
- ¿Hasta qué hora?
- Ahí me has pillado, la repuesta debería ser hasta la una. Es mi caballo de batalla. Es con lo que me estoy pegando, ¿vale? En general, me acabo recogiendo sobre las tres de la madrugada de media.
- Bueno, no es tan tarde…
- Te he dicho de media.
- ¿Ha hecho botellón alguna vez?
- Pero ¿tú de verdad qué te esperas al hacerle a un tío esa pregunta? Desde los quince años, no sé como decirte… (ríe).
- ¿Qué le parece la doctrina de la Iglesia en materia de sexo?
- Comparto lo que dice la Iglesia en estos temas. He vivido mis noviazgos más plenamente cuando he procurado hacerlo como lo propone el cristianismo. Aprendes a querer mejor a tu pareja si eres capaz de esperarla y quererla sin más, por su forma de ser.
- ¿Noviazgos?
-¡ Claro! Que considere novias he tenido dos y media.
- ¿Media…?
- Porque el verano en que me fui de voluntariado con el tema del sacerdocio en la cabeza, también me fuí con novia para ver cuál de las dos cosas ganaba. Y ganó el sacerdocio. De ahí lo de media.
- ¿Qué opina de que las mujeres sigan excluidas del sacerdocio?
- Estoy en contra de su ordenación sacerdotal. El problema es que la gente ve en el sacerdocio un afán de poder o dominación, cuando en realidad, implica dejarse los cuernos por servir al otro. Además, las decisiones de una parroquia las toman las mujeres, que son mayoría en los consejos. Un seminario mixto también me lo pondría muy difícil desde un punto de vista práctico...
- ¿Por qué?
- Imagínate, compartir casa cural con una sacerdotisa... o que después de veinte años conviviendo nos cabreásemos, eso ya parecería un matrimonio. No, en serio. Es un tema muy complicado del que no tengo una opinión lo suficientemente fundamentada.
- ¿Qué opina sobre la reforma de la Ley del Aborto que prepara el Gobierno?
- Pero ¿hay alguna situación en la que esté justificado quitar de en medio a una persona? Una violación, por ejemplo, es algo traumático, probablemente jamás viva yo algo tan duro, pero al final el amor que se siente por ese hijo y el niño por la madre curan esa herida totalmente. El odio hacia el violador se transforma cuando uno es capaz de amar al fruto de esa violación.
- ¿Comparte el pensamiento renovador del Papa Francisco?
- No soy nadie para juzgar al Papa, pero me parece un tío guay, súper cercano. En verano estuvimos en una audiencia con él y nos dijo que teníamos que vivir con gozo nuestra vocación, pero lo expresaba sin paternalismos, hablándonos como adultos, aunque algunos de mis compañeros solo tuvieran 18 años. Se ve que es feliz.
- Dice Francisco que hay que sacar la Iglesia a las periferias. ¿Cómo?
- Yo saco la Iglesia a las periferias cuando estoy de noche con un amigo tomando unas cervezas, me cuenta sus problemas con la novia y le hablo, desde una visión cristiana y sin que salga la palabra Dios en toda la conversación, de la aceptación de la otra persona sin 'peros' ni egoísmos . O cuando quedo con dos de mis mejores amigos, que son homosexuales, y me cuentan cómo lo fueron descubriendo. Eso es salir a las periferias.
- ¿En qué se tiene que modernizar la Iglesia?
- Se tiene que renovar en el sentido de ofrecer la versión más espiritual porque es lo que necesita la sociedad. A la gente le falta dinero para comer pero también un sentido en la vida y puede ofrecer luz en estos casos. El fondo debe seguir siendo el mismo, pero la Iglesia no ha sabido cambiar la forma del mensaje, más acorde con las necesidades de hoy en día. ¿Cómo te hablo de Dios?: ¿me fijo en la norma, te digo lo que tienes que hacer tú o te digo que Dios está ahí para curar las heridas de tu corazón?