Mindfulness para nuestro día a día
Todas las miserias del hombre se derivan de no ser capaz de sentarse en silencio, en la soledad de una habitación. (Blaise Pascal)
Vivimos más tiempo pero con un ritmo de vida más acelerado, siendo fácil que con ese ritmo perdamos el aliento. ¿Cuántas veces al día tenemos esa sensación de velocidad, de no tener tiempo para completar nuestra lista de propósitos diarios?
Es una época de velocidad, indeterminación y ruido, mucho ruido, tanto externo como interno (mental). Nos encontramos rodeados de miles de tareas que hacer que en ocasiones vamos postergando, bombardeándonos continuamente con ideas e informaciones procedentes de los medios de comunicación y el entorno donde nos encontramos, añadiendo nuestra propia voz interna. El pensamiento parece estar siempre presente.
Eckhart Tolle estableció la siguiente aclaración: «La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa incorrectamente se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: generalmente no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Esa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti»
Vivimos hacia atrás y hacia delante, mientras los instantes presentes se desvanecen en cuestión se segundos sin apenas darnos cuenta, sin olvidarnos de la adicción a nuestro pensamiento que se manifiesta de forma continua. Ignorando quizás lo más importante, que la salida del laberinto se encuentra acallando a nuestra mente, pues solo renunciado a la idea tan extendida y contagiosa de que la solución se encuentra fuera o lejos de nosotros mismos, descubriremos donde se esconde la felicidad tan esperada. Y la buscamos por doquier, de mil maneras, casi siempre centrados en algo externo, sin darnos cuenta de que siempre se había encontrado aquí y ahora, en ese fondo casi inexplorado de cada uno de nosotros.
Lo único de lo que puede disponer el hombre es del presente de las cosas, del aquí y ahora, y sin duda, es lo que más desperdiciamos. De este aquí y ahora es de lo que nos habla el mindfulness.
¿Qué es el Mindfulness?
La palabra
Mindfulness es conocida en español como “
atención plena” y “
conciencia plena” y se identifica con un conjunto de prácticas que tienen en común fijar la atención en el momento presente, sin juzgar y con una actitud bondadosa y amorosa hacia aquello que se contempla. En la vida cotidiana, la palabra más utilizada es meditación, pero ante todo el mindfulness es una experiencia que hay que vivir.
Muchos son los autores que nos han proporcionado una definición para el mindfulness como: Guy Armstrong que dice que es “saber lo que estás experimentando mientras lo estás experimentando” o Vicente Simón (2007) que lo ha definido como “la capacidad humana universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento.” Pero principalmente todo el espectro de definiciones existentes confluyen en tres términos: conciencia, experiencia presente y aceptación (Germer, 2005).
La utilización del mindfullness será beneficiosa por lo tanto para la propuesta de silenciar nuestro ruido mental, es decir, callar y calmar a nuestra mente para ver con claridad. Pues como he mencionado anteriormente, vivimos en un continuum de pensamientos que nos dirigen hacia atrás o hacia delante, o lo que es lo mismo nos encontramos pensando constantemente sobre el pasado y planificando el futuro, ocupando gran parte de nuestro día. Así, nos evadimos del presente, el cual acontece en cada instante.
El mindfulness implica llegar a un estado de conciencia que nos permita prestar atención a la
experiencia del momento. Este estado se cultiva y desarrolla a través de la práctica de la meditación, constituyendo una manera de relacionarnos con la totalidad de la experiencia, aportándonos un medio con el que podemos reducir nuestro nivel general de sufrimiento y aumentar nuestro nivel de bienestar (Germer, Siegel y Fulton, 2005).
Un aspecto importante a destacar en la atención plena es la relevancia que se atribuye a la unidad de mente y cuerpo, a través de la cual se relacionan las sensaciones físicas con la esfera cognitivo-emocional. En la práctica de la meditación, esta unión es básica y crucial. Ambas entidades se comunican activa y continuamente, configurando la visión de un ser vivo integrado que interactúa con su medio interno.
Mindfulness puede ser practicado de diversas formas, pues esta disciplina abarca desde la práctica más ortodoxa o tradicional como la meditación vipassana, hasta los ejercicios y estrategias integrados en un programa terapéutico de intervención, o los meros ejercicios aislados de respiración realizados en un contexto informal, como puede ser el hogar o el trabajo. Por lo tanto, la atención plena es una habilidad susceptible de ser aprendida y entrenada. De hecho, cuanto más se practique mejor resultados podrán obtenerse, más fácil nos resultará focalizar la atención en la respiración. Esto en sí mismo, ya será meditación, donde se producen cambios, experiencias, comprensiones súbitas o insights.
Mindfulness es un modo especial de ver, un modo especial de observar, que con su práctica permite que desarrollemos una relación especial con nuestros eventos privados, es decir, con nosotros mismos y por consiguiente con la manera en la que vivimos nuestra vida y nos relacionemos con los demás. Mindfulness es una experiencia que hay que vivir.
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