Cómo influye la lectura en las emociones
La pregunta que hace de puntapié inicial para una excelente investigación al respecto es: ¿qué rol tienen las emociones en el proceso de lectura? No sólo en relación a la comprensión del texto, sino además a los sentimientos que esas palabras, frases e ideas nos provocan como lectores. El escritor José Tellez en su libro “La comprensión de textos escritos y la ciencia cognitiva”, indica que hay dos dimensiones a tener en cuenta en el momento de estudiar el arte de la lectura: por un lado, la autoeficacia y por el otro, la motivación.
Analicemos primero la autoeficacia. Se refiere a las creencias que tenemos sobre nuestras capacidades para aprender, es decir que está relacionada a las expectativas personales y la posibilidad de realizar determinadas tareas. Esto puede determinar la elección de una actividad en si, basándonos en la habilidad para esforzarnos, comprometernos y persistir en ella. Esto quiere decir entonces que cuando pensamos que una tarea puede ser realizada con éxito, tenemos una mayor implicancia, siguiendo hasta finalizar apesar de los obstáculos o dificultades.
Por ello es que los niños que piensan que pueden leer bien se esfuerzan y practican con todos los textos que llegan a su vista. Los que se consideran “autoeficaces” ante la lectura serán lectores ávidos, que buscan ayuda cuando la necesitan y consiguen información certera. La autoevaluación que hacemos de nosotros mismos se basa en la medición de los progresos en comparación con los objetivos.
Pasando a la segunda dimensión, podemos destacar que la lectura implica una gran actividad cognitiva y una constancia considerable, especialmente durante las primeras etapas del aprendizaje. La motivación por leer se puede medir en tres tipos:
1-Motivación de competencia: El objetivo es mejorar la lectura, la protagonizan los pequeños estudiantes que se dan cuenta cuando no son fluidos y sienten deseos por mejorar. Todo cambiará en relación al esfuerzo y al tiempo de dedicación, concibiendo así a la lectura como algo que se puede modificar y controlar según nuestra responsabilidad. También tienen mucho que ver las expectativas de los demás (padres, profesores, etc) y la autoevaluación equilibrada (sin dejar que la presión sea contraproducente). Los mensajes de los adultos deben centrarse en sus aciertos y no en sus errores.
2-Motivación de control: Está enfocada al hecho de que podemos elegir una tarea y no realizarla por imposición de un maestro o la familia. Cuando se lee un tema que nos interesa es más simple mantener la concentración y el enfoque, así como también cometer menos errores de lectura.
3-Motivación intrínseca: Quiere decir la actividad que se centra en un motivo, esto significa el mero placer que podemos sentir en el momento de leer y está relacionada al compromiso del lector. Existe un interés intrínseco que permite que la persona esté más “unido” (emocional y mentalmente) a ese contenido, que se sienta atrapado por la trama, que no quiera dejar de leer, que viaje a un mundo diferente, que se sienta identificado con los personajes, que experimente las mismas emociones que el protagonista, etc. El disfrute de la lectura va más allá del simple hecho de tener un libro en las manos.
Es preciso entonces animar a los niños a que lean, que desarrollen ese maravilloso hábito de leer, que sin dudas favorecerá en muchos aspectos, desde un mejor lenguaje y comunicación a evitar faltas de ortografía, pasando por una mayor imaginación y un alejamiento de la televisión y los videojuegos.
Siempre es bueno leer en relación a la edad y a los gustos de cada uno. Si un texto es demasiado fácil, no requerirá un esfuerzo y si es difícil puede que sea el desencadenante de un disgusto por la lectura. Además, es bueno ir aumentando los niveles de dificultad de los libros que leemos con el fin de mejorar nuestra capacidad cognitiva. Y no siempre elegir los mismos géneros. Así, la mente podrá ser más maleable, saber cuándo imaginar una historia y cuándo analizar una información o poner en práctica un consejo.
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