Personas con las que es complicado convivir
Según una investigación, los seis tipos de “personalidades difíciles” son: compañero hostil, quejoso crónico, súper agradable o meloso, sabelotodo y pesimista. Cada uno de ellos tiene características innerentes y a su vez, maneras diversas para “tratarlo” o sobrellevar los encuentros.
En primer lugar, el compañero hostil. ¿Quién nunca ha padecido por uno de este tipo en su trabajo? No te saluda, no te agradece, parece como que no existieras. Puede que te trate mal o que te ignore, que no reconozca tus aciertos y que sea el primero en notar tus errores. Lo que debes tener en cuenta en este caso es que se requiere de mucho esfuerzo y de un gran “tacto” para poder lidiar con él (lo mismo que con cualquier personalidad agresiva). Suele ser muy sensible a las críticas y elevar un poco el tono de voz ya los hace “explotar”.
Es preciso que seas siempre cortés y comprensivo, evita tocar temas que tengan contenido emocional fuerte y cuando te trate con violencia no seas vengativo, porque sólo aumentará su agresión. Esto no quiere decir ser un “tonto” delante de él, pero si, evitar todo tipo de problemas. Para tratar personas agresivas es necesario nunca perder la calma, no gritar y reducir el nivel de ruidos, escuchar y poner límites de antemano.
El segundo tipo es el quejoso crónico. Todo le molesta, todo está mal, nunca ve lo bueno sino lo malo de cada situación. Se queja por el clima (si hace mucho calor, si hace mucho frío), por el tránsito, por la economía, por el jefe, por la esposa, por el gobierno, y un largo etcétera. Es muy difícil que le escuches decir algo bonito alguna vez. Encontrará siempre los fallos y no hará nada por resolver los problemas. No caigas en la trampa de ser responsable ni culpable de lo que dicen, no te pongas a la defensiva. Trata de ser paciente y no prestes demasiada atención a toda ese monólogo.
El tercer tipo de personalidad que hay que soportar es el “súper agradable”. Siempre está de acuerdo en lo que dices, asentirá con una sonrisa por cada cosa que se te ocurra, se reirá de tus bromas y te felicitará por cada cosa que hagas. Atención, que hay una diferencia abismal entre ser bueno y estar constantemente halagando al otro. Consciente o inconscientemente siempre busca la aprobación del otro, es probable porque de niños fue demasiado reprimido o bien se le enseñó que al no coincidir con alguien no sería aceptado. Su continua amabilidad es exasperante, sobre todo cuando necesitas a alguien que opine diferente y te haga ver las cosas de otra manera. Una buena idea es exponer un tema y preguntar qué es lo que más le agradó, por ejemplo.
El sabelotodo es otro tipo de persona que no siempre podemos sobrellevar fácilmente. Existen dos “subgrupos”, los que realmente saben mucho y los que también pueden saber pero lo peor de todo es que “te lo refriegan en la cara”. Ambos pueden ser insoportables. Es que un verdadero experto o estudioso se siente superior al resto, hace que los demás se sienten inferiores o tontos, así él aumentará su autoestima y amor propio. No dejes que eso haga mella en ti, trata de defender tus ideas o posturas. Respeta tus opiniones y haz que el otro también lo haga. Muéstrale cuándo está hablando de más para que se calle.
Por último, el pesimista, es el que siempre ve el “Medio vaso vacío”, todo le parece mal y es muy parecida su personalidad a la del quejoso. Suele tirar abajo tus sueños, iniciativas y proyectos, muestra cuáles son las dificultades para alcanzarlos, o te hace notar todos los obstáculos que existen en el camino. Se centra en las contras y no ve los pro. Sirve sólo para dejar la moral por el suelo. El secreto está en no dejarse arrastrar por estas ideas. No discutas, no trates de demostrar que hay más beneficios que contras, concéntrate sólo en tus proyectos, no te dejes “contagiar”. Si puedes, evita contarle tus proyectos, no compartas tus ambiciones o sueños.
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