Tienes un don, tienes una oportunidad
Sí, has entendido bien, una oportunidad no una habilidad. Probablemente ya has identificado aquellas tareas que se te dan bien y aquellas que te cuestan un poco más; seguro que tienes recuerdos, ya desde la escuela, de tareas que terminabas o hacías mejor que los demás: pueden ser de diversos tipos, desde terminar los deberes el primero a organizar los juegos, pasando por ganar en las carreras que echabais en el parque.
Pero estas tareas que hacías mejor que los demás no tenían por qué ser las tareas que más te gustaban, precisamente. Aunque, si bien es cierto, la personas tenemos una tendencia a que nos gusten las tareas en las que destacamos porque suelen ir acompañadas de una recompensa social muy poderosa que favorece la motivación intrínseca, es decir, la motivación por la propia tarea.
La distinción entre aquello en lo que destacamos y aquello con lo que disfrutamos es precisamente lo que produce que hablemos de oportunidad, de una ocasión propicia para alcanzar la felicidad. Poco a poco, la sociedad está tomando conciencia de la importancia de las emociones; empieza a comprender que durante muchos años las ha sacrificado en favor de la productividad y, ahora, que hemos conseguido que haya jornadas de trabajo interminables, empezamos a darnos cuenta de que quizá nuestras prioridades no son como nos las hemos planteado.
Así, si quieres tener una familia necesitas un sueldo, un salario que habitualmente (salvo afortunados) implica que te vas a pasar gran parte de tu día trabajando. Quizá para tu empresa lo más importante es que destaques en tu desempeño. Pero... ¿Y para ti?
Que en este trabajo puedas desarrollar tu DON, que puedas desarrollar una actividad en la que realmente disfrutes; una actividad que sume horas a tu vida y que sirva siempre de motor para otros aspectos y no como fuente de amargura y tristeza. Nunca es tarde para cambiar, para vencer a la comodidad de la rutina y dar un paso adelante.
Ahora es un buen momento para reorganizar tu vida; piensa en las horas con las que disfrutas y aquellas en las que actúas como un fantasma. Si las segundas son muchas, no continúes así porque seguro que no merece la pena: llegará el día en el que te arrepientas y ese tiempo que aún no ha pasado ya lo habrá hecho. ¿Te atreves a apostar por tu DON? ¿Te concedes una oportunidad?
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