Una caja blanca con cintas muy rojas contiene las cartas de aquel gran amor; están ajadas, amarillas y mustias aunque él siga vivo en mi corazón. Tienen el perfume de los malvones que con ansias colocaba en su lugar, y caen los pétalos de las rosas cual dulces esencias del verbo AMAR.
Las acaricio suave y aún recuerdo… aquellas tardes en que junto al mar nos juramos felices un amor eterno, que la vida se encargó de aniquilar. Salpican mis lágrimas y mis manos las olas de espuma, de nieve, de sal, y veo sus ojos a través del tiempo esos que jamás, yo podré olvidar…
Nuestras cartas unidas todavía están con voces de ensueño parecen gritar: ¡por qué nuestros sueños se perdieron y murieron en la nada, quizás en el mar! No quiero morirme sin verte de nuevo, gritarte a los ojos que no te olvidé, que este amor aún vive en mis sueños, que aún en la vida eterna te recordaré…
Dora Forletti
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