Hay una ley oculta dentro de un ritmo mágico,
una experiencia insólita en espacio intangible,
un cosmos palpitante en otras dimensiones,
una gran fuerza ingrávida desde un mundo invisible.
Es la faz trascendente de todas las imágenes,
un inconcreto límite entre fe y fantasía,
frontera de locura, de razón o creencia
en un lugar incógnito perdido en lejanía.
El tiempo se detiene en la vivencia cósmica
que tan sólo es un pálpito de momentos sentidos
cuando el alma se eleva más allá de la vida
hacia una esfera estática, sin formas, sin latidos.
Paraíso lejano perdido en la vorágine
de la soberbia trágica que conquistó la muerte,
ese edén añorado por el ente cautivo
dentro del negro páramo en que el alma se vierte.
Hay un ansia infinita tras el rostro hierático
que observa la esperpéntica convivencia del hombre
en una tierra esclava de esa ley, de ese ritmo,
cuando hace fin del tránsito hacia el lugar sin nombre.
Emma- Margarita R.A.-Valdés
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