"El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente al Señor, será muerto. Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura. Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás. Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso."
Del Libro del Exodo
22,20-26
CONTROVERSIA DE LOS FARISEOS CON JESÚS
"Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."
Mateo 22,34-40
COMENTARIOS AL EVANGELIO Mt 22, 34-40
El evangelio de este domingo deja entender que esta búsqueda del mandamiento máximo, apreciada por los cristianos, no era entonces monopolio de ellos. Judíos y escribas, que habían llegado a las mismas conclusiones, sabían dar al mandamiento del amor una prioridad casi exclusiva. En esto seguían el ejemplo del Deuteronomio, que había afirmado la sencillez de las exigencias contenidas en la palabra de Dios: "La Palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en práctica" (30, 11-14). Esta preocupación tradicional se prolongaba en los cristianos; con mayor razón se explica el elogio hecho al escriba, de no encontrarse lejos del Reino.
Antes de insistir de nuevo en esta apreciación elogiosa formulada por Jesús, señalemos que el letrado la mereció por dos motivos; tiene un sentido muy exacto de la moral evangélica: primero es el mandamiento del amor, no hay nada mayor que él; y sitúa correctamente el precepto del amor respecto de las prácticas del culto.
Es muy digno de atención este judío; en puntos esenciales supo adoptar las mismas posiciones originales que parece haber adoptado y defendido Jesús. En varias ocasiones recordó Jesús que el precepto sabático era secundario con relación al del amor (Mc 3, 4 s.; Lc 13, 16), y su crítica del comportamiento de los judíos en el Templo, debió de inspirarse en la frase de Oseas, citada dos veces por Mateo (9, 13; 12, 7): "Misericordia quiero, que no sacrificio", parecida a la observación hecha por el letrado.
La anécdota finaliza, pues, con elogio a este judío fiel; por haber sabido dar al amor el primer lugar, Jesús le considera cercano al Reino. No se debe echar en saco rato este elogio, otorgado a uno de aquellos escribas a los que ordinariamente el Evangelio juzga con severidad. Esta alabanza invita a matizar el cuadro de los interlocutores de Jesús, que los autores nos han transmitido. Y sobre todo, recuerda a los discípulos de Jesús que no tienen ellos el monopolio del Reino. Por caminos inesperados, se acercan a él otros, de los que se había pensado que estaban lejos.
La anécdota muestra además que gente que no oyó la predicación evangélica, sin embargo sabe abrir su vida a un amor auténticamente evangélico. Elocuente elección para quienes, habiendo oído esta predicación, quizá no alcanzaron el mismo nivel.
ESPIRITUALISMO TEMPORALISMO
Y ahora, tras la presentación de fariseos, herodianos y saduceos, aparece un escriba de buena voluntad. Jesús ha comprendido que su pregunta es sincera y por eso no tiene ninguna dificultad en responder directa y claramente.
La unión del primer mandamiento con el segundo había sido ya hecha en el seno del judaísmo; pero el sentido universal del "prójimo" no parece que fuera corriente en la teología hebrea: "prójimo" era el que pertenecía al pueblo elegido o al menos un prosélito que aceptaba las reglas del juego.
El escriba añade una cosa muy querida a nuestro evangelista: el culto no tiene valor en sí, si no está estrechamente vinculado con el amor al prójimo. Jesús finalmente reconoce que también entre los escribas había algunos que no estaban lejos del reino de Dios.
D/R
¡ BUENOS DÍAS DANZA !
|