Las dos caras de los prejuicios
Por lo general, cuando hablamos de prejuicios nuestra mente inmediatamente piensa en aquellos que remarcan aspectos negativos, que promueven la discriminación, la generalización y las ideas más desfavorables acerca de una persona o un grupo de personas, por ejemplo: los gordos son vagos, los viejos son aburridos, las mujeres hablan demasiado, etc.
Sin embargo, también encontramos prejuicios positivos que son representaciones mentales acerca de lo que se espera de alguien por tener una determinada característica o personalidad. Estos nos hacen pensar la persona a quien los atribuimos necesariamente se caracterizará por lo que esperamos. Algunos ejemplos de ello son: los hombres mayores son más caballerosos, las mujeres son dulces y cariñosas y las personas negras son unos excelentes atletas.
Utilidad de los prejuicios positivos
¿Son buenos estos “prejuicios positivos”? ¿Son realmente opuestos a los negativos o tienen un origen similar y efectos psicológicos muy parecidos a los negativos?
Que sea positivo, no necesariamente indica que sea algo bueno para quien lo aguanta. Es importante marcar la diferencia. Por lo general, estos prejuicios crean una imagen mental en quien los asume que le hacen pensar que la otra persona tiene una determinada cualidad o característica positiva. Esto nos lleva a vincularnos con la otra persona a partir de esa creencia y a generarse expectativas de lo que deberían ser sin permitirse conocer realmente a esa persona.
Estos estereotipos positivos pueden jugar a favor de una persona con determinadas características de sexo, edad u origen étnico durante, por ejemplo, en una entrevista laboral. En este caso puede suceder que sin saber nada de la otra persona, se puede llegar a pensar que esa persona es capaz de desempeñar determinado por el simple hecho de ser joven, de haber estudiado en tal universidad o por ser americano, solo por nombrar algunas características.
Pero al mismo tiempo, ese prejuicio positivo, está creando una presión por ese estándar que puede generar severos problemas de inseguridad en quien no puede cumplir con lo esperado. En esta época, con el auge de la exposición y la competitividad, se persigue lograr una imagen y ajustarse a un determinado patrón pre-establecido, obligándonos a encajar con los ideales de la cultura.
La nocividad de los prejuicios positivos
En todas sus formas, los prejuicios limitan y encierran a una persona en un patrón socialmente preestablecido. Los prejuicios negativos nos hacen más daño porque se relacionan con la exclusión y la discriminación, pero los que son “positivos” también juegan un rol nocivo al crear ideales y presiones de lo que se debería ser o tener por poseer una determinada característica.
Tanto unos como otros, evitan que conozcamos a la otra persona en profundidad con total libertad, le negamos la oportunidad de que nos muestra quién es, cómo es y qué cualidades tiene. Cada persona es única y auténtica por lo que siempre debemos evitar que los prejuicios, sin importar su índole, nos limiten en nuestro contacto y en la apertura que tenemos hacia los demás.
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