Nuestros mejores amigos fueron desconocidos
A todos de pequeños nos repitieron una y otra vez que no hablemos con desconocidos. En la infancia y en base a los riesgos que podemos correr, este es un buen consejo. En cambio, durante la adultez, estas interacciones con desconocidos han demostrado tener notables beneficios en nuestro estado de salud.
Nuevos lugares, nuevas oportunidades
El hecho de relacionarse con desconocidos, como nuestros vecinos, puede tener notables beneficios. Ser amable con las personas que nos rodean y fomentar un clima de tranquilidad nos permite intercambiar información sobre el estado de salud, como el típico “estás muy pálido hoy, ¿por qué no vas al médico?”, y de esa forma pueden ver algo que quizás nosotros no hayamos notado.
Además, las nuevas relaciones que se forman, nuestras habilidades sociales mejoran y aprendemos a ver y respetar otras formas de ver la vida y de convivir. Hay muchas ocasiones que se prestan a tener un diálogo con un desconocido, como, por ejemplo, cuando viajamos en transporte público o cuando estamos esperando en la cola del supermercado. Está demostrado que las personas que mantienen charlas con desconocidos mientras viajan en transporte público tienen una sensación más positiva y el viaje se les hace más ameno y entretenido.
Cambia tu actitud en segundos
Otro de los beneficios de hablar con desconocidos es que “nos obligamos” a poner buena cara, a ser amables y esto es especialmente bueno cuando llevamos un mal día.
Seguro se has dado cuenta que cuando tienes una conducta amigable o alegre durante un periodo de tiempo, los sentimientos negativos que tenías antes de eso parecen desaparecer sin problema. Así que ya sabes, si un día te sientes muy mal y tienes la oportunidad de hablar con un desconocido, hazlo y alegra tu día.
No temas iniciar la conversación
Todos nuestros grandes amigos fueron desconocidos un día y lo único que hizo falta para cambiar eso fue una primera charla. Si eres de las personas que les cuesta demasiado iniciar con una conversación, prueba a iniciar con una sonrisa y un “hola”.
Con la práctica te será más fácil, te sentirás mejor contigo mismo y otras personas notarán que eres receptivo y se animarán a conversar.
La clave es iniciar poco a poco. Quizá iniciar una conversación con un desconocido una vez por semana puede ser un buen reto. Puede ser desde la persona que te atiende en el café al que sueles ir, un vecino con el que no sueles cruzar palabra o un compañero de trabajo con quien solo intercambias un saludo de vez en cuando.
Recuerda que todos tienen algo que compartir si nos damos la oportunidad.
Permítete nuevas experiencias
Generalmente solemos relacionarnos con personas similares a nosotros pero si mantenemos un comportamiento sociable podremos conocer gente muy distinta. Esto es bueno porque nos ayudará a conocer otras ideas, plantearnos nuevas preguntas y crecer como individuos y como amigos.
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