El poder del hemisferio derecho
Es el momento del hemisferio derecho ¿lo intentamos? Hasta no hace mucho nuestra sociedad, y este mundo en el cual intentamos hacernos un hueco mediante la competitividad, la fuerza y los escalafones, ensalzaba por encima de todo la racionalidad, el análisis lógico, la memoria y la resolución de problemas. Dimensiones todas ellas albergadas en nuestro hemisferio izquierdo, el más racional de los dos.
Pero ¿es esta tendencia la que más felicidad y éxito nos aporta? Viendo los cambios económicos y sociales que estamos viviendo a día de hoy, tal vez valdría la pena enfocar nuestros valores e incluso la educación en unos principios donde se ensalce más la Inteligencia Emocional, la intuición y la capacidad de afrontar nuestra realidad mirando más allá de lo tangible y lo que tenemos delante. Es algo complicado, sin duda, pero vale la pena tenerlo en cuenta. Analicemos un poco más el tema a continuación.
1. La educación estandarizada y el hemisferio izquierdo
Seguro que esta historia no te es desconocida: son muchos los estudiantes que eligen una formación académica basada sobre todo en las profesiones que están de moda y que, aparentemente, más salidas les pueden aportar. Una ingeniería, por ejemplo. Pero en su interior, sienten más afinidad por otras disciplinas que son más acordes a sus emociones o valores: el arte, la educación, los servicios sociales, la literatura… nos dejamos llevar por el plano material pensando que así, tenemos nuestra vida asegurada.
Pero ¿lograremos con esto ser verdaderamente felices? La respuesta siempre es difícil. Pensemos también en los más pequeños, en esos niños que disfrutan de su imaginación, que se dejan llevar con su gran capacidad de asombro, que disfrutan de las cosas más insignificantes…¿perdemos quizá toda esta capacidad a medida que crecemos? ¿es la educación actual un modo de ir cortándonos las alas y de menospreciar todas las capacidades presentes en el hemisferio derecho? Cada uno de nosotros disponemos de un potencial determinado, somos buenos en un área, sin embargo, a lo largo de todo nuestro periodo educativo se nos va encauzando por un mismo carril donde todos recibimos la misma información, los mismos principios. Se ensalza la resolución de problemas, los contenidos memorísticos, el almacenar datos sin ni siquiera comprenderlos… ¿de qué nos sirve esto? Recibimos una educación estandarizada donde no se permite apenas evidenciar nuestras particularidades, nuestros dones. Se tiende más a priorizar la organización, el orden, la planificación y la obediencia más disciplinada.
2. La necesidad de valorar más las dimensiones del hemisferio derecho
Es el momento de hacer un cambio y de empezar por nosotros mismos, por lo que tenemos a nuestro alrededor, por nuestros hijos. Debemos permitir guiarnos más por la empatía y la intuición. Por la comprensión de todos esos símbolos no verbales que nos aportan más información que muchos datos objetivos. La vida casi nunca es lógica ni podemos encontrar la definición a nuestros problemas en los diccionarios ni en las enciclopedias.
Debemos ser creativos, emocionales y hábiles para afrontar cambios, entender metáforas y buscar diez respuestas a una pregunta y no solo una. Nuestro mundo es complejo y como tal, nos obliga a ser capaces de adaptarnos a dicha confusión avanzando más allá de lo ordinario o establecido. La realidad no es un todo que podamos definir con una etiqueta o con una explicación que nos han enseñado en el colegio, el mundo está formado por pequeñas y diversas partes que nos aportan retos diarios que saber superar. Ahora bien, hay un dato que debemos tener también en cuenta, los neurólogos nos dicen que las personas solemos utilizar mayoritariamente los dos hemisferios a la vez, ambos suelen tener casi la misma actividad neuronal ya que son complementarios. Pero el “juego”, por así decirlo, está en el modo en que nos han educado. En esta sociedad que ha priorizado siempre lo racional por encima de lo emocional, la certeza objetiva a la intuición. La memoria y la resolución lógica frente a la imaginación. Así que, en ocasiones, es solo una cuestión de elegir. Así que… ¿y si nos reinventamos de nuevo y empezamos a valorar más el hemisferio derecho?
Cortesía imagen: Ken Watanabe