El experimento monstruo
Un orfanato, niños, la tartamudez, finales de los años 30…Un experimento que ha marcado la historia de la psicología.
El “Experimento Monstruo” es el nombre que le dieron unos estudiantes de Iowa a este experimento realizado sin ética ninguna. Esto plantea una pregunta muy importante. ¿Todo vale en favor de la Ciencia?
“El Estudio monstruo” se llevó a cabo por el patólogo Wendell Johnson en Iowa (EEUU) entre enero y mayo de 1939 y supervisado por una de sus mejores estudiantes de posgrado Mary Tudor. Aunque Johnson era patólogo del habla no tenía preparación alguna psicológica y su experimento además de carecer de ética total no ofreció ningún resultado interesante.
Lo que Johnson quería era saber las causas reales que se escondían detrás de la tartamudez; el estaba convencido de que la tartamudez se debía a un comportamiento aprendido resultado de la ansiedad que experimentaban algunos niños cuando empezaban a aprender a hablar.
¿En qué consistió el experimento?
El experimento monstruo se llevó a cabo con 22 niños huérfanos del orfanato de Davenport (capital de Iowa) entre 5 y 15 años de edad. La mitad tenía alguna dificultad en el habla y la otra mitad no. Se dividió a los niños en 2 grupos:
*A un grupo de niños se les felicitaba continuamente en sus avances en el lenguaje. En realidad eran los niños que tartamudeaban.
*A otro grupo de niños no se le hacía más que recalcar todos los fallos que cometían y que si seguían así aquello les llevaría a desarrollar la tartamudez. Eran los niños que no tenían ningún problema en el aprendizaje del lenguaje.
¿Cuáles fueron los resultados del “Estudio monstruo”?
Lo único que consiguió este experimento fue que los niños desarrollaran trastornos de personalidad, ansiedad y habla retraída y no la tartamudez que tanto pretendía Johnson.
¿Qué repercusiones tuvo el Estudio Monstruo?
Johnson ocultó su experimento debido al miedo que lo embargó cuando pensó que su experimento pudiera compararse con los experimentos con humanos que hicieron los nazis en los campos de concentración. De hecho los resultados no se publicaron y la disertación de la estudiante Mary Tudor, que decidió desertar públicamente finalizado el experimento, es el único testimonio que quedó oculto en un cajón.
Este secreto se mantuvo durante décadas y de hecho el profesor Johnson desarrolló una carrera de éxito como uno de los investigadores más relevantes y con más reputación dentro del campo del habla. Murió en 1965 con 59 años de edad.
No sería hasta el 2001 la Universidad de Iowa se disculpó públicamente; en el 2003 en el New York Times se publicó “El estudio del monstruo del doctor de la tartamudez” las notas de Mary Tudor y se pagó una indemnización de un millón de dólares a seis ancianos octogenarios, los únicos que aún estaban vivos en el 2007 y que habían participado en este experimento cuando eran tan sólo unos niños.
Increíble ¿No?
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