¿Por qué son tan importantes los amigos de la infancia?
Puedes hacer amigos durante toda tu vida, pero probablemente ninguno será tan importante como los amigos de la infancia. Cuando eres niño, hacer amigos es sencillo; el concepto de amistad que se tiene durante la infancia es muy simple y los sentimientos de rencor y envidia no inundan la mente infantil del mismo modo que lo hacen en la mente adulta.
Pero esa amistad inocente, basada en divertirse, pasarlo bien y descubrir el mundo y experimentar va dejando un poso que se alimenta de las experiencias vividas, tanto buenas como malas.
La relación que tiene con sus amigos de la infancia es algo que es especial y único
La amistad de la infancia es cómplice, libre y sincera. Es un vínculo incondicional que se nutre de juegos, riñas y reconciliaciones tan sencillas como inocentes. Los amigos de la infancia nos devuelven maravillosos y mágicos momentos, nos recuerdan que tenemos una parte divertida, juguetona y alegre. Con ellos no hay que disimular, ni aparentar, ni intentar ser otra persona que no somos porque nos conocen.
Y estarán ahí siempre, a pesar de los años, de la distancia e incluso de la desconexión.
¿Por qué son importantes los amigos de la infancia?
Aunque vamos a contarte varias, quizá la principal razón tiene que ver con quién eres ahora. Ellos han formado parte de tu vida cuando tus ideas y valores estaban mucho menos establecidos y ellos dieron contigo el paso de poner sus primeros cimientos.
Con los amigos de la infancia aprendimos qué es la confianza
Confiar es algo que se aprende en la niñez. Es con los amigos de la infancia con quienes aprendemos no solo a confiar, sino a demostrar que somos confiables y descubrir la responsabilidad que se tiene con una persona que confía en ti. Son los primeros que nos guardaron las espaldas, con los que formamos los primero equipos y con quienes compartimos las dudas que nos causaban vergüenza.
Los amigos de la infancia nos conocen bien
Ellos fueron los primeros en identificar nuestros puntos fuertes y tus puntos débiles. Experimentaron nuestras primeras torpezas, nuestra cabezonería o nuestro carácter difícil y aún así contaban con nosotros todos los días. De hecho, no solo contaban con nosotros sino que iban a buscarnos para lo más importante, jugar.
Con ellos compartimos nuestro primeros sueños: montamos naves espaciales o camines de bomberos. Además, fueron a los primeros que les contamos lo que queríamos ser cuando fuésemos mayores.
Los amigos de la infancia nos ayudan a aumentar la autoestima
Nos recuerdan que somos personas que merecemos la pena, que somos personas con las que contaron. Los amigos de nuestra infancia esperaban cosas buenas de nosotros. Que organizáramos un juego, que contáramos algún chascarrillo, que les resolviéramos alguna duda o que les diésemos algún consejo o simplemente que compartiésemos tiempo con ellos.
Los amigos de la infancia siempre están ahí
Da igual el tiempo y la distancia. Pueden pasar años y años y años, pero cuando te encuentras con ellos siempre hay algo que os une. Son una excusa maravillosas para viajar a un tiempo en el que las preocupaciones tenían que ver con aprenderse lecciones y no llegar demasiado sucio a casa ni demasiado tarde.
Un tiempo en el que se hacían travesuras por el sencillo placer de hacerlas, un tiempo en el que importaba poco cuánto tenías sino cuánto eras capaz de crear y disfrutar.
Conclusiones
No te olvides nunca de esos amigos de la niñez que te ayudaron a crecer y con los que viviste y compartiste momentos clave de tu vida. Y, cuando tengas hijos, no te olvides tampoco de ayudarles a cultivar la amistad con otros niños, porque los necesita y necesitará de esos momentos igual que necesitamos esos recuerdos los adultos.
Y es que las amistades que se hacen en la infancia pueden durar toda la vida y no se parecerán a nada de la misma forma que pueden terminar en la infancia y tampoco se parecerán a anda. Su verdadero valor reside en el hecho de haberlas vivido y disfrutado.
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