En realidad, ¿Qué son los complejos?
La comprensión de los complejos es una de las herramientas psicológicas que necesitamos para la vida. Identificar y dar sentido a nuestros complejos nos abre muchas puertas y nos ayuda a entendernos a nosotros mismos, porque que sobre ellos construimos nuestra personalidad.
La mayoría de las veces son también “piezas” sueltas en nuestra estructura, porque que la mayoría de las veces estos complejos se construyen sobre episodios o ideas que nos han dejado marcados. En la definición de J. Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, el concepto de complejo se enfatiza apuntando a un “conjunto organizado de representaciones y recuerdos dotados de intenso valor afectivo, parcial o totalmente inconscientes”.
Un complejo contiene todos los pensamientos conscientes e inconscientes, sentimientos, recuerdos, sensaciones, y, sobre todo, auto-protección, tanto aprendida e innata, que están asociados con un trauma. Entendiendo como trauma, una situación que es vivida con sentimientos fuertes y en la que aparece la sensación o percepción de amenaza, que a su vez, hay que explicar de manera lógica con un hilo de pensamientos.
Un comentario, una persona, un lugar, un aroma, etc., que haya sido asociado con la situación descrita anteriormente nos traslada al todo. Activa la sensación de amenaza y por extensión los mecanismos de defensa. Mecanismos que nos preparan para reaccionar ante una realidad subjetiva que puede ser muy distinta a la que existe de verdad.
Uno de los mecanismos más habituales es el de la evitación. Una persona que este acomplejada con su cuerpo, puede evitar ir a la playa aunque le encante el mar. ASí, los complejos tienen su correlato en nuestras conductas privatorias.
La palabra complejo fue aplicada por primera vez a la psicología por Carl G. Jung y popularizada por la discusión del psicoanálisis freudiano. Para Jung, los complejos son los “bloques de construcción de la personalidad“. En el fondo, todos tenemos complejos, y comprenderlos es la clave para superar los traumas que los producen y superarse día a día.
Según Jung, toda constelación de complejos deja palpable un estado alterado de consciencia, una ruptura de la unidad de la consciencia dificultándose tanto la voluntad como la memoria. Consecuentemente, el complejo es un factor psíquico cuya valencia energética supera temporalmente al de la consciencia.
Un complejo activo nos reduce momentáneamente a un estado de falta de libertad, de pensamientos y actos obsesivos. Los complejos serían en realidad, según este autor, “las unidades vivas de la psique inconsciente, cuya existencia y naturaleza sólo podemos reconocer gracias a aquéllos”. Además, “si no hubiera complejos, lo inconsciente no sería más que un residuo de ideas mortecinas”.
Ser conscientes de los complejos propios para superarlos
Una de las tareas esenciales de la vida, si quieres ser una persona consciente y controlar tu existencia, es explorar tus complejos en tu conciencia. No siempre se puede evitar que se disparen, pero sí se puede aprender a gastar menos tiempo en ellos.
Otra razón para entender los complejos es comprender lo que está pasando cuando alguien más está implicado en uno. Cuando una persona más está involucrada en tu complejo, la relación con esa persona es más emocional, y las reacciones que tenemos cuando nos relacionamos con ella o está presente de alguna manera, todo parece más negativo, más intenso, más amenanzante. Te sientes a la defensiva; te sientes culpado, etiquetado. Todo a tu alrededor parece confabularse para evidenciar eso que te hace sentir inferior.
Las personas con complejos suelen ser personas que se sienten inseguras e inferiores a los demás. Suelen mostrarse atormentadas, amargadas, que se sienten incómodas y que rechazan los cambios naturales de la vida. Además, suelen tener problemas de autoestima.
Superar los complejos implica, necesariamente, explorar en el interior de uno mismo e intentar evidenciar cuál es el origen. No todos los complejos se superan de la misma manera, y en algunos casos es necesario contar con apoyo profesional.
Buscar siempre el lado positivo de las cosas, potenciar las propias virtudes y ser realistas, sabiendo lo que se tiene y a dónde se puede llegar son algunas maneras de superar estos complejos. Además, resulta muy positivo ponerse retos y metas cercanas y accesibles para reforzar la autoestima.
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