La técnica del mandala
Mandala es un término sánscrito que significa “centro, círculo, anillo mágico”. En la RAE, es definido como un dibujo complejo, que suele ser circular y que representa las fuerzas reguladoras del universo, sirviendo en la meditación como apoyo.
Generalmente, un mandala es una imagen simbólica basada en figuras geométricas como el círculo y el cuadrado, que se relaciona con lo espiritual.
Existe una variedad infinita de mandalas, desde figuras sencillas hasta más complejas con forma de loto o de rueda. Dibujados en un folio, pintados o tejidos en tela, incluso constituyendo el plano de algunos edificios.
Son utilizados desde tiempo remotos, teniendo su origen en la India, propagándose por la cultura oriental y más tarde, gracias al psiquiatra suizo Carl Gustav Jung por occidente. Su importancia se ve reflejada en la gran difusión entre las diferentes culturas y religiones.
Jung afirmaba que los mandalas eran la representación de la mente en su totalidad, desde el consciente hasta el inconsciente.
Los beneficios de los mandalas
Desde una visión espiritual, los mandalas son como centros energéticos de equilibrio y purificación, que nos ayudan a transformar la visión que tenemos de nuestro entorno y de nosotros mismos.
Cualquier persona, sin importar la edad, puede dibujar y pintar un mandala, obteniendo según diversas investigaciones realizadas, numerosos beneficios. El simple hecho de colorear, ayuda a la persona a alcanzar estados de calma.
Las formas y los colores utilizados de los mandalas expresan pensamientos, emociones e intuiciones de la persona que lo ha hecho. Según dicen, la elección no es casual. El mismo color, según el estado de ánimo de la persona, puede tener significados distintos.
Los mandalas suelen representar la conexión entre el mundo interno y la realidad externa. Dibujar e interpretar un mandala, suele significar entrar en contacto con la propia intimidad. Cada mandala guarda un significado de la persona que lo dibuja.
Los mandalas pueden utilizarse en la meditación o como técnica de relajación fortaleciendo esta última, el proceso creativo de la persona.
Un estudio realizado en 2005 por Nancy A. Curry y Tim Kaser comprobó que la elaboración de los mandalas de arena eran efectivos para disminuir los niveles de ansiedad y estrés.
Los mandalas son como una forma de meditación en acción. A medida que la persona lo va creando u observando, se libera de sus pensamientos y va despejando su mente. Ayudan a la concentración y la atención. Así como a la consecución de una estabilidad mental y equilibrio espiritual, profundizando en el conocimiento sobre sí mismo.
En la actualidad, la técnica del mandala se utiliza en el ámbito educativo y de rehabilitación.
En el ámbito educativo son utilizados como recursos para mejorar la atención y la concentración de los niños, desarrollar la motricidad precisa, así como medios de comunicación, expresión y superación de situaciones emocionales estresantes.
Incluso, en algunos hospitales de día, se ofrece a los pacientes con cáncer colorear mandalas como medio de relajación y concentración.
Para trabajar con mandalas podemos hacerlo de formas diferentes:
-Observar un mandala, en un lugar tranquilo, durante tres o cinco minutos. Esta práctica es como un ejercicio de meditación, utilizando como apoyo el mandala, que nos llevará a un estado de relajación y calma interior.
-Colorear un mandala. Para ello, podemos mirar por internet o en algún libro de mandalas y elegir aquel que más nos atraiga o interese. Una vez seleccionado, podemos comenzar a colorearlo, prestando atención a lo que vamos haciendo.
-Crear tu propio mandala. En este caso, primero se hace el diseño del mandala y luego, se colorea. Esta práctica es la más aconsejable para el trabajo personal. Una vez dibujado y coloreado, habrá que descubrir que está expresando a través de la observación. Aunque quizás no encuentres un significado, el mandala puede estar teniendo aún de manera inconsciente, un efecto en ti mismo.
Y tú, ¿te atreves a probar los beneficios del mandala?
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