El camino hacia la felicidad
Sin duda, la felicidad es algo que todo el mundo desea, más allá del país donde viva, la profesión que tenga, el empleo al que aspire, la familia que quiera formar o cómo sea su pareja ideal.
¿Será que de tanto indagar en busca de la felicidad nos estamos perdiendo la oportunidad de disfrutar lo que realmente tenemos?
Según una frase muy acertada de John Locke, “los hombres siempre olvidan que la felicidad es una disposición de la mente, no una condición dada por las circunstancias”. Así es, porque se puede ser feliz en cualquier momento y lugar. Todo es una cuestión de actitud y de ver las cosas en perspectiva.
Las enseñanzas del “hombre más feliz del mundo”
Matthieu Ricard nació en París en 1946 y a los 30 años se convirtió en monje budista. Antes de ello se graduó de biólogo y obtuvo un doctorado en genética molecular. Decidió abandonar su carrera como científico y practicar la religión del Tibet. Vivió en los Himalayas y su maestro fue Kangyur Rinpoche, perteneciente a la escuela de la tradición Nyingma. Luego, fue discípulo de Dilgo Khyentse Rinpoche.
¿Por qué se dice que Ricard es el hombre más feliz del mundo? ¿Es necesario irse a vivir al medio de las montañas tibetanas para estar satisfecho y alegre? ¿Estamos buscando la felicidad en el lugar equivocado?
Estas preguntas fueron analizadas no sólo por este científico sino por otros investigadores. Se ha llegado a la conclusión de que la mente tiene la capacidad de hacernos sentir alegría o tristeza según los estímulos que le ofrezcamos. En la ciencia, se conoce a esta habilidad como “plasticidad”.
El cerebro es un órgano que se encuentra en evolución constante. En la corteza cerebral izquierda se concentran todas las sensaciones placenteras (amor, pasión, agradecimiento, felicidad) y en la derecha, las emociones negativas (depresión, miedo, tristeza). Existe una relación entre ambas áreas y la medida que tiene cada uno determina la personalidad y el temperamento de las personas.
En el caso particular de Ricard, las resonancias magnéticas muestran que la parte izquierda de su cerebro tiene una actividad inusual y superior a la de la derecha. Por ello es que este hombre pasa más tiempo feliz que triste.
¿Siempre ha sido así? Por supuesto que no. Él mismo lo relata en su libro, llamado “En defensa de la felicidad”. En sus páginas podemos aprender sobre la plasticidad cerebral que nos ayuda a eliminar o reducir los pensamientos negativos y concentrarnos en los ámbitos positivos.
La idea de “encontrar la felicidad” es abstracta y en la actualidad está basada en los patrones que nos indican las publicidades y los medios de comunicación. Si tienes un coche último modelo, el cuerpo de un deportista, el cabello de una actriz y la cuenta bancaria de un multimillonario… puede que estés más cerca de alcanzar la felicidad. ¡Nada más alejado de la realidad!
En su retiro en los Himalayas, Ricard aprendió que la felicidad es algo que se puede aprender, entrenar, desarrollar, mantener en forma y alcanzar sin problemas y sin factores externos como puede ser el dinero o las cosas materiales, aún siquiera sin tener la familia ideal o las relaciones perfectas.
¿Qué hacer ante las situaciones que nos causan infelicidad?
Todo parece muy bonito en la teoría… pero irnos al medio de los Himalayas a un templo budista para alcanzar la verdadera felicidad no está en los planes de la mayoría. Sin duda, necesitamos algunas soluciones más al alcance de nuestra mano. Entonces, ¿cómo actuar ante las circunstancias que nos alejan de la alegría y nos acercan a la tristeza?
¿Podemos en lo cotidiano encontrar la felicidad? Claro que si. “Todo es según el cristal con que se mire” como indica el refrán popular. Sólo hay un camino para ser feliz: aceptar aquello que tenemos y lo que no. Esto no significa quedarse de brazos cruzados sin hacer nada porque el destino así lo quiso, sino ser agradecido por todas las cosas que disponemos.
Puedes ser feliz con poco y triste con mucho. No te creas que todos los multimillonarios son los seres más plenos del universo. Ellos pueden sufrir las peores depresiones, al darse cuenta de que el dinero no puede comprarlo todo.
Entonces, ¿dónde está la felicidad? En las cosas pequeñas de cada día, en la sonrisa de tus hijos, en un plato de comida caliente cuando hace frío, en la hermosura de una flor en primavera, en un beso sincero y en un abrazo reparador. ¡Y eso lo encuentras en cualquier sitio!
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