¿Cómo afrontar el sentimiento de culpa?
“El secreto de la serenidad es cooperar incondicionalmente con lo inevitable”
-Anthony de Mello
En nuestras vidas experimentamos sensaciones de todo tipo, a través de las situaciones que vivimos, aquellas que nos producen bienestar y nos resultan agradables, las que llamamos positivas; y las que nos incomodan y con las que lo podemos llegar a pasar realmente mal, las que llamamos negativas. La culpa se sitúa en estas últimas, y nadie se libra de haber experimentado esta sensación que puede llegar a resultar destructiva.
La culpa puede tener unas raíces muy profundas, por haberse desencadenado desde nuestra tierna infancia y acompañarnos cuando somos adultos. Muchas de las frases que recibimos en nuestros primeros años de vida pretendían controlar nuestro comportamiento generando culpa: “Eso que acabas de hacer está muy mal, deberías avergonzarte de ello”. Seguro que te suena ¿Verdad?
Nunca te conviertas en una víctima. No aceptes la definición de tu vida por lo que te dicen los demás. Defínete a ti mismo. – Harvey Fienstein
El sentimiento de culpa es muy común entre los seres humanos, aunque en unos más que en otros. Podemos adoptar el rol de culpables con un victimismo latente, alimentando nuestro venenoso fuego con una leña cargada de recuerdos en los que se agolpan todos los daños que hemos causado. Una opción alternativa y mucho más interesante consiste en adoptar la actitud de no malgastar energía en lo pasado y mirar hacia delante, procurando no cometer los mismos errores.
En ocasiones, el sentimiento de culpa puede llegar a ser tan fuerte que puede manifestarse de manera notoria a través de las siguientes señales:
- Físicas: la activación psicofisiológica del sentimiento de culpa se manifiesta con dolores en el pecho, estómago, presión en la cabeza y molestias en la espalda.
- Emocionales: irritabilidad, nerviosismo, y es frecuente que lo identifiquemos como algo parecido a la trsiteza.
- Mentales: autoreproches, autoacusaciones y pensamientos destructivos de la autoestima y valía de uno mismo.
¿Cómo aumentamos el sentimiento de culpa?
Muchas acciones de las que emprendemos ayudan a aumentar el sentimiento de culpa. Sin apenas darnos cuenta y con frecuencia, podemos generarnos un malestar tan inútil como innecesario. Se supone que a nadie le gusta ser su propio verdugo ¿No? Estas acciones mentales son las que pueden alimentar en mayor medida nuestros sentimientos de culpa:
- Pensamiento extremo polarizado, o es blanco o negro, pero en raras ocasiones podemos ver que existen matices y una amplia gama de posibilidades y circunstancias. Pensar que las cosas son buenas o malas, positivas o negativas, nos reduce drásticamente la visión y nos deja poco espacio para maniobrar. Es una forma de rigidez propia del perfeccionismo, con un sistema de normas estricto.
- Forma de afrontamiento, el afrontamiento del sentimiento de culpa no radica en dejar de sentir esta emoción, en erradicarla o evitarla. Que aparezca es algo inevitable y aparecerá frecuentemente en nuestras vidas, y por supuesto que dolerá. El sentido está en dejarla sentir y a continuación considerar, reflexionar, por qué ha aparecido.
- Utilizar el diálogo interno sin reprocharnos nada – ¿Por qué me siento así?, ¿qué situación es la que me ha provocado la culpa?, ¿puedo asumir esta culpa sin hacerla más grande ni infravalorarme por ello?
El sentido de la culpa, ¿Qué podemos aprender de esta sensación?
La sensación de culpa, cuando nos damos un momento para sentirla, reflexionar acerca de lo que la ha provocado, y entender qué situación se ha producido para que nos sintamos así, podremos captar entonces la importancia de lo que nos está indicando (la culpa), como un aprendizaje para comprender dónde tenemos que poner el foco de atención en nuestras vidas. Entendiendo mejor así nuestras vulnerabilidades.
Es importante que podamos observar el sentido que tiene para nosotros que aparezca el sentimiento de culpa, qué nos está indicando, y qué podemos aprender de ello. Al hacer este análisis constructivo evitamos un sufrimiento y malestar que no tienen nada que ver con la culpa, sino más bien con nuestra desvalorización e incomprensión hacia nosotros mismos.
De esta forma podremos dar solución y entender que existen alternativas para afrontar la situación en la que nos hemos sentido culpables. Puede ser el hecho de pedir perdón a alguien por nuestro comportamiento. Entender que hemos cometido un error y que haremos lo posible para que no vuelva a ocurrir.
Como por ejemplo sentirnos culpables por haber insultado a alguien o haberle faltado al respeto, lo productivo en este caso sería intentar no volver hacerlo, conociendo la repercusión que tiene; en vez de enfadarnos con nosotros mismos y entrar en un sinfín de acusaciones que solo sirven para dañarnos.
Forma parte de nuestra responsabilidad intentar comprendernos sin caer en la propia desvalorización, autocastigarnos o descalificarnos, pensando injustamente que somos malos o egoístas y no hay nada que hacer al respecto; esto nos lleva a un bucle en el que perdemos el tiempo y nos autodestruimos sin solucionar nada, ni emprender las acciones que llevan a la solución externa y la de nuestro conflicto interno.
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