¡Hoy puedes vencer la vergüenza!
“Si podemos reírnos de nosotros mismos, podremos sacar ventaja de la vergüenza“
(Alexander Pope)
¿Quién no ha sentido alguna vez vergüenza? todos, en mayor o menos medida. No es algo agradable y lo peor es que si no la enfrentamos nos limitará y perderemos oportunidades en nuestra vida.
¿Qué hacer entonces? Aquí te lo contamos.
La persona con vergüenza
Las personas a las que les da reparo sentir vergüenza les cuesta mucho enfrentarla. No soportan ponerse colorados, transpirar o manifestar cualquier otra señal de que están avergonzados. Además, estas personas cumplen las siguientes características:
1. Se aíslan. Cuando la vergüenza hace acto de presencia, la persona escapa de esa situación. En vez de afrontarla o intentar revertirla, su mente no cesa en recordar el suceso traumático, lo que la imposibilita para enfrentarlo.
2. Son un blanco fácil. La persona avergonzada se debilita, tiene una baja autoestima y se convierte en presa fácil para los manipuladores.
3. Sentirse menos que los demás. Nunca una persona avergonzada se sentirá apta para estar a la altura de las circunstancias; al contrario, piensan que son menos que los demás y sufren por ello.
¡Hoy puedes!
¿Sabes? No está todo perdido. Cuesta, sí. Hay que ponerle mucha fuerza de voluntad, también. Pero la vergüenza se puede superar. No podemos dejar que limite nuestra vida, ni perder oportunidades ¡por su causa! Que una sensación sea la que dirija tu vida, y no precisamente para bien, es muy negativo.
¡Hoy puedes!
¿Qué podemos hacer?
Silencia la voz interior
Hay una vocecita en tu interior que continuamente, te avergüenza. Un ejemplo sería estar en un lugar donde haya gente. En el momento en el que un grupo se ríe, tu vocecita te dice “se están riendo de ti”.
A partir de ese momento, se activa todo el mecanismo de la vergüenza: nerviosismo, te sudan las manos, empiezas a ponerte colorado, a preocuparte por lo que puedan estar pensando los demás, etc.
Para un momento y piensa, ¿Realmente se están riendo de mí? probablemente, no. Si tú estás en un lugar con unos amigos, lo último que pensarías es que alguna de las personas que están a vuestro alrededor crea que os estáis burlando de ella. Por lo tanto, búrlate de tu propia vergüenza. ¡No te aporta nada!
Ríete
Reírse de uno mismo es muy bueno. Aprende a reírte de esas situaciones que siempre cursan con vergüenza. ¡Que la vergüenza no te pare ni te bloquee! No eres el único que siente vergüenza, pero sí tal vez el único que le permite que te controle.
Pongamos otro ejemplo: un tropezón pequeño con una baldosa en el suelo en medio de la calle. Ya nos ponemos nerviosos, miramos a todos lados por si alguien nos vio y probablemente nos pongamos colorados. ¡Qué más da! Nos ponemos colorados, lo asimilamos, nos reímos y ¡para adelante!
Asume que los errores son una parte imprescindible de tu vida
Las personas que se avergüenzan tienen pánico a errar. Cualquier fallo, cualquier pequeño error ya supone un drama. ¡No eres la única persona que comete errores! debes verlos como una oportunidad. En vez de evitarlos ¡aprende de ellos! No sabes lo mucho que puedes llegar a aprender…
De igual manera, no te castigues por estos mismos errores. Piensa que todo tiene solución. Si tienes un grupo de trabajo y por un error tuyo el proyecto se ve retrasado, no te preocupes. A cualquiera le puede pasar y todo se puede enmendar.
Deja que salga tu genio
Las personas más tímidas son las que por temor a la vergüenza, no manifiestan sus opiniones contrarias. Esto puede ocasionar problemas en tu trabajo, pues en un futuro carecerás de opiniones propias y lo que diga la mayoría estará bien.
De igual manera, todas las personas tenemos algo en lo que destacamos, y si no destacamos se nos da bastante bien. Una persona con vergüenza no permite destacar en aquello que sabe lo hace. Si te gusta la música y eres muy bueno, no te impidas avanzar solo porque te da vergüenza tocar en público, por ejemplo. Igualmente, aquellas personas que cantan, que son buenos oradores, etcétera.
¡No te quedes quieto! No aceptes la humillación y la vergüenza que sientes quedándote sin hacer nada. Acéptala, asúmela y que no sea ella la que no te impida avanzar. La vergüenza no debe limitarte, ¡No escapes! Hazle frente. Poco a poco, te olvidarás de ella. Ríete de tu vergüenza y empieza a conseguir todo lo que quieras.
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