Enfadarse de manera inteligente
El que domina su cólera domina su peor enemigo.
(Confucio)
El enfado es algo normal y habitual, pero a veces no sabemos qué hacer con nuestro enfado. Es decir, me he enfadado ¿y ahora qué hago? Podemos actuar bien o mal, el enfado es una emoción difícil de controlar. Algunas personas saben mantenerla bajo control mientras que otras solo pueden dejarse llevar.
Aquí te contamos qué hacer para controlar tu enfado. ¡Allá vamos!
Elegir nuestro estilo
Lo primero que debemos hacer es pensar qué hacer con el enfado, cómo debemos actuar con respecto a él. Para empezar, tenemos que saber qué estilo de persona somo cuando nos enfadamos. Contamos con 4 opciones:
1. Estilo pasivo
Muchas personas se guardan el enfado sin ser conscientes de que lo están reprimiendo. Esto no es positivo, puesto que puede generar ansiedad al no desahogarnos. Lo positivo es que no se exaltan con facilidad, lo que les da la posibilidad de reflexionar en vez de actuar de forma agresiva. Este estilo encaja muy bien con las personas que sufren depresión.
2. Estilo pasivo-agresivo
Este es el estilo “bomba” donde reprimimos nuestro enfado, pero sabemos que tarde o temprano explotaremos. También, se puede presentar este enfado en forma de indirectas o muestras de sarcasmo muy sutiles.
3. Estilo explosivo
La persona explosiva salta en cualquier momento sin reprimirse. Su nivel de tolerancia es muy bajo, por lo que ante cualquier frustración pegará y herirá hasta desahogarse. Son las personas que necesitan dar golpes en la mesa, un puñetazo contra una pared o lanzar palabras hirientes.
4. Estilo ganador
Una persona con estilo ganador sabe expresar verbalmente su enfado. Lo hace después de entender lo que le sucede y el motivo por el que se ha enfadado, para después expresarlo a la persona correcta sin ser nada agresivo.
Elegir nuestra estrategia
¿Cuál es tu estilo? Tras saber esto, debemos pensar qué estrategia escoger cuando nos enfadamos. No debemos olvidar que cuando estamos enfadados actuamos sin pensar, por eso es necesario reflexionar previamente.
1. Interroga a tu enfado
¿Por qué me he enfadado? ¿Tengo motivos? ¿Qué debo hacer ahora? Estas son preguntas que le debemos hacer a nuestro propio enfado. Si lo pensamos bien, quizás no tengamos motivos para estar enfadado o, al menos, para darle tanta importancia. Muchas veces, podemos dejar pasar aquello que nos enfada, pero si no es así continuemos con el siguiente paso.
2. Deja salir tu enfado
¡No lo reprimas! Eso no es bueno y solo provocará que con el tiempo no puedas evitar exteriorizarlo. Hablar con alguien, gritar, salir a correr, entre otras cosas, son algunas de las maneras para que dejar que tu enfado salga. ¡Busca tu manera! No todos somos iguales, ¿cuál es tu forma para dejar salir el enfado?
3. Expresa tu enfado con palabras
Si hablamos con alguien de lo que nos ha enfadado, lograremos calmarnos. Nos habremos desahogado. No debemos guardárnoslo para nosotros, porque a lo mejor ¡estamos equivocados! La persona que nos escucha puede hacernos ver las cosas de otra manera, como realmente son.
4. Elegir el momento y el lugar
Cuando nos enfadamos lo peor que nos pueden decir es que nos calmemos. Por eso, si hay alguien enfadado ¡aléjate! El enfado es muy contagioso y si intentas remediarlo quizás termines tú también cabreado. Por eso, sal de esa situación y ya en otro momento y lugar, más adecuados, podrás hablar con esa persona para que pueda desahogarse.
5. Tu cuerpo ¡también pelea!
Aunque mentalmente hayamos dejado ya el enfado, quizás nuestro cuerpo no. Nuestro cuerpo también comunica y tarda más que nosotros en desconectar. Por eso, aunque no estemos ya enfadados quizás nuestra cara o posturas aún lo reflejen. Debemos aquí caminar, correr o realizar alguna actividad que logre dispersarnos para que el enfado nos abandone en todos los sentidos.
Y ahora… ¿sabes ya qué puedes hacer con tu enfado? Lo primero que debes hacer es determinar tu estilo ¿cuál es? Después, ya puedes elegir la estrategia a seguir. La más efectiva es poder hablar con alguien, pero ten en cuenta que debes hacerlo tras calmarte. Durante el enfado, eres pura tensión y puedes dañar, sin quererlo, a las personas que más quieres.
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