La fe del campo
Con la mirada lánguida
con hambre
mirando el campo con su poca fe
cual si quisiera regar con su llanto
la tierra fértil que ahora ya no es.
Y aquel gran hombre
triste campesino
alzó los brazos, suplicante al cielo
miró a lo lejos romperse en pedazos
de surco en surco su más grande anhelo.
Pero su esperanza
no se rompería
porque con el alma, con el corazón
cuan humilde era encontró la calma
pidió al Dios del cielo, dijo en su oración:
Tú Señor nos diste
esta tierra santa
y hoy nadie levanta ni un triste maíz
y esa flor marchita, que ayer fue radiante
murió su semblante desde su raíz
por eso te pido
te suplico y lloro
que escuches, este corazón vacío
porque por las noches casi desvarío
llora conmigo ¡Señor te lo imploro!
ya verás diosito que llorando así
esta tierra santa será tu jardín
y para nosotros un cacho de cielo.
Luego hubo viento,
viento y suave brisa
que juntó, ¿cuántas nubes? No lo sé
pero que tronando como mil gargantas
rugieron juntas, ¡qué grande es la fe!
Y aquel gran hombre
de felicidad
alzó los brazos los juntó en su pecho
cayó de bruces con los pies descalzos
perdió la vida sobre su barbecho.
Viendo la sequía en los campos me
entro la nostalgia y
se me ocurrió.
Colaboración de Alfredo Najar Morales
México