“La ansiedad es la mente yendo más deprisa que la vida”
(Claudio María Domínguez)
La ansiedad es un problema difícil no solo para quien la padece, sino también para los que lo rodean. No siempre se puede catalogar a una persona ansiosa como si tuviera una enfermedad, pero es preciso saber cómo convivir con ella.
Sin dudas puede ser algo agotador, que demande demasiadas energías y no todos estamos dispuestos a pasar nuestra vida con alguien demasiado exigente, que se enoja y se frustra fácilmente, que responde de mala manera cuando las cosas no salen como quiere y que puede llegar a culparnos por todo lo que le pasa.
Las personas ansiosas suelen ser muy impulsivas, hablar sin pensar, no planificar demasiado las cosas y tener problemas con sus relaciones íntimas (de pareja pero también de amistad o familiares).
Si convives con alguien cuya ansiedad ha sobrepasado los límites normales no cometas el error de retirarte y dejarle solo con su problema. Si esa persona para ti es importante, podrás permanecer a su lado, sin mayores problemas, utilizando algunas de las ideas que te damos en este artículo.
Tampoco quiere decir esto que deberás decirle todo que si ni mucho menos, pero quizás te convendría comprender que una persona ansiosa tiene un desequilibrio por alguna razón y que la mayoría de sus reacciones no son racionales. Ponerte en su lugar ayudará a que se tranquilice.
¿Cómo mejoro la convivencia con una persona ansiosa?
La clave, como siempre ocurre en una relación, radica en desarrollar el sentido de la comprensión. Presta atención a estos consejos que te pueden ayudar a convivir con una persona ansiosa:
Ten en cuenta que detrás de la ansiedad hay algo más escondido
Seguramente tu pareja, tu amigo o tu hijo tiene muchas cosas buenas en su personalidad que pueden contrarrestar lo malo de su ansiedad.
Todos podemos tener momentos en que nos sentimos más presionados o nerviosos, pero después ser tranquilos y amorosos. Entonces, es importante que mires más allá de lo ansiosa que puede estar y valora las cualidades positivas de la persona.
Busca la tranquilidad todo el tiempo
Al estar ansiosos, nuestro cerebro es incapaz de descansar o desconectarse. Estamos pendientes de todo lo que ocurre alrededor y no podemos quedarnos tranquilos. Este estado es más que abrumador. Si encima a eso se le suma vivir en un ambiente hostil o “cortante”, las cosas no mejoran. ¿Qué te parece si invitas a tu pareja a un fin de semana solos en el campo o en la playa?
Haz que se sienta comprendida
No basta con decirle “te entiendo, estás ansioso/a”, es preciso que acompañes a tu pareja o ser querido de una manera más activa. Esto quiere decir que cuando esté teniendo un episodio de ansiedad, le ayudes a pensar de manera más racional. Juntos pueden sacar mejores conclusiones y resolver muchos problemas. ¡Y así la ansiedad desaparecerá!
No la presiones
Ya bastante tiene con sus propias exigencias. Si además de sentirse abrumada por la situación y por sus nervios y ansiedad, la persona con quien convive le añade más responsabilidades o le exige que se calme, las cosas no funcionarán. No estés detrás para que “se olvide”, “se relaje”, “se duerma”, porque cuantas más órdenes le des, peor se sentirá.
Celebra los pequeños cambios
Si aprecias que el otro se está esforzando especialmente para reducir sus niveles de ansiedad y los resultados son mínimos (pero hay efectos), felicítalo, dile que lo está haciendo muy bien, haz que se sienta apoyado y reconocido por su dedicación.
Ten mucha paciencia, sobre todo cuando las mejoras son paulatinas y van lentas. Recuerda que todo cambio para mejor, es bienvenido, por mínimo que sea.
Habla del tema con la persona implicada
No hay nada más liberador para alguien ansioso que hablar de lo que le ocurre. Tal vez con el simple hecho de tener una conversación sobre el problema, la ansiedad cede y disminuye.
Si te pide de hablar, no se lo niegues, puede ser el oasis que están necesitando en pleno desierto.
Puedes también preguntarle de vez en cuando si tiene deseos de conversar para fortalecer vuestra relación. Si acepta, ¡enhorabuena! Y si prefiere hacerlo en otro momento, deja que lo decida. Recuerda que la escucha activa puede ser muy buena en estos casos.
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