Una niña temerosa se asomaba por lar rejas de una ventana… veía al mundo pasar, sin atreverse a traspasar esas rejas… Pero la vida quiso que aprendiera y aunque durante mucho tiempo no quiso salir de su escondrijo, la vida se encargó de que el mundo llegara a ella tocando a su puerta.
Como era una niña educada siempre terminaba abriendo… temerosa, primero asomaba su cabeza y finalmente terminaba abriendo sus puertas a toda clase de criaturas: duendes, magos, hadas disfrazadas de brujas y brujas disfrazadas de hadas. A veces, quedaba hipnotizada por los juegos del mago, que al final terminaba desapareciendo, dejando a la niña sola y triste…
A veces, le sorprendía un hada llena de bonitas palabras que se convertían en dardos directos a su corazón, otras sentía miedo ante una extraña mujer que quizás no lo fuera tanto pero que a ella le asustaba…
Quizás porque ya habían tocado a su puerta las falsas hadas, los maravillosos magos que prometían convertir en oro todo lo que tocaban o los graciosos duendes que tan pronto estaban como no estaban… todo empezó a cambiar en su interior…
Poco a poco la niña empezó a distinguir a las hadas de las brujas, a los falsos magos de los que en realidad sí lo eran y aunque todavía en algunas ocasiones se equivocaba… un buen día se sintió profundamente feliz, con una felicidad que la desbordaba y es que…
Ya no le daba miedo nada, ya no contemplaba el mundo desde la ventana, porque ahora era ella la que tocaba a las puertas de otras niñas temerosas para enseñarles todo lo que ella había aprendido de todos aquellos huéspedes que durante tanto tiempo se habían presentado delante de su puerta.
Desde entonces siempre se decía a ella misma y repetía a otras niñas “Ya no le tengo miedo a nada”…
¿Cómo dejar de temer?
Si te sientes identificado con las palabras de este relato. Si sientes miedo a enfrentarte a la vida, a los demás, al resto del mundo, no te preocupes o te avergüences por tu temor.
Todos tememos a algo o a muchas cosas a la vez; pero la vida, la experiencia nos va enseñando poco a poco, nos va fortaleciendo y por mucho que trates de esconderte, la vida siempre llama a tu puerta.
Así es que no dudes en:
Vivir experiencias
La experiencia es la única que nos ayuda a crecer, a aprender de nuestros errores; no tengas miedo a equivocarte o a que los demás se equivoquen contigo. Todos nos erramos no una sino muchas veces.
Dejar de arrepentirte de lo que has hecho
En un momento dado lo pensaste así, por tu edad, por tus circunstancias, por tu personalidad y ya está. Suelta lastre, no cargues con los fallos. Una vez que has aprendido, lo único que hacen es limitarte.
Reflexionar sin martirizarte
Si sientes que alguien te ha hecho daño o que tú se lo has hecho a alguien, reflexiona sobre ello, perdónate o perdona a los demás y continúa el camino. No es bueno tener nuestro interior lleno de rencores que no nos conducen a nada.
Consultar a tus seres queridos y tomar la decisión final
Muchas veces nos encontramos perdidos, hay personas que además de querernos tienen esa habilidad para calmarnos con tan sólo dos palabras. Escúchalas y al final sé tú quien tome la decisión.
Nadie mejor que uno mismo para conocerse. Muchas veces tendrás dos caminos y uno sólo para elegir. Elige después de haberlo reflexionado; no te martirices con… ¿Y si hubiera elegido este otro camino? Lo hecho hecho está y en su día creíste que era la mejor elección.
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