Sonrío porque eres mi hermano. Me río porque no puedes hacer nada.
Hemos podido discutir, renegar de ellos, ignorarlos, molestarlos y un sinfín de faenas inimaginables. Sin embargo, un hermano es uno de los mayores tesoros que podemos tener en esta vida. Los hermanos son esos “enemigos” con los que más pelearemos y a los que, sin ninguna duda, más amaremos.
Excepcionalmente, una relación entre hermanos puede torcerse, pero lo cierto es que lo normal y lo natural es que permanezca un sentimiento de amor incondicional forjado en la lucha de unos niños que siempre quisieron hacer prevalecer sus juegos, sus opiniones o su presencia.
No hay mejor regalo de unos padres a sus hijos que la posibilidad de criarse junto a un hermano, de compartir amor, juguetes, alegrías, enfados y tristezas. Por eso, hoy os acercamos 7 lecciones maravillosas que la convivencia con nuestros hermanos nos brinda:
1. A cuidar del otro
A medida que crecíamos, mis hermanos actuaban como si no les preocupase, pero siempre supe que me cuidaban y estaban allí.
Catherine Pulsifer
Aprendes a no preocuparte solo por ti, a cuidar y velar por el bienestar del otro. Con los hermanos acabas desarrollando un instinto de protección especial, no comparable a nada de lo que sentirás en ningún otro momento de tu vida.
Puede que para el mundo exterior crezcamos y cambiemos con el paso de los años. Sin embargo, entre hermanos, sabemos que nuestro interior y nuestro corazón permanece invariable a pesar del tiempo.
2. A ser paciente
A pesar de todo y con todo, ¿qué no puedes hacer y esperar por un hermano? El hecho de que no todo es como uno quiere y cuando uno quiere es una realidad que se aprende a golpe de calcetín.
Podemos tomarnos todo a la tremenda, podemos dramatizar, podemos generar el mayor caos jamás visto pero lo que está claro es que si necesitar un gesto apaciguador siempre podrás recurrir a tu hermano o hermana.
Los hermanos no necesitan decirse nada, pueden estar sentados el uno al lado del otro sin sentirse incómodos y pueden calmarse sin mediar palabra, pues la simple presencia de tu hermano te enseña que pase lo que pase todo se puede arreglar.
3. A superarte a ti mismo
Quien tiene hermanos sabe mejor que nadie que las cosas hay que ganárselas y que para uno mayor hay otro superior. De alguna manera, seguro que competiste por algo con tus hermanos. Seguramente, esto fue una fuente de frustración continua, pero te ayudó a sacar lo mejor de ti.
Además, el hecho de compartir tu vida con un hermano te ayuda a aprender de los errores propios y de los ajenos. Sus meteduras de pata son, de alguna forma, también tuyas. Al igual que sus éxitos, los cuales recordarás con el tiempo como uno de los mejores sabores de los que has disfrutado y disfrutarás en la vida.
4. A compartir
Aprendes a compartir lo material e inmaterial: tu espacio, tus juguetes, tu ropa, tus padres, tu destino y así con un largo etcétera de cosas. En este mundo no hay nada por y para ti en exclusiva; además, en tu relación fraternal te encuentras con multitud de circunstancias que te hacen replantearte tus prioridades una y otra vez.
De alguna forma, cuando tienes hermanos sabes que no hay nada que sea tuyo al 100%, aunque reclames que lo sea con todas sus fuerzas. Esto será objeto de disputas interminables, pero en fondo da lo mismo, porque tener alguien con quien compartir alegrías y desdichas no tiene precio.
Además, los hermanos viven fuera del efecto tiempo, pues a pesar de que los años pasan para todos, seguiremos compartiendo bromas familiares, risas, penas, llantos y alegrías de manera invariable, pues la unión fraterna permanece inmutable por siempre.
5. A trabajar en equipo y a negociar
Cuando dos hermanos trabajan juntos las montañas se convierten en oro
Proverbio Chino
Que no somos el ombligo del mundo es algo que cuesta aprender. De hecho, la clave de nuestro éxito está precisamente ahí, en aprender a cooperar y en entender que no hay fuerza más poderosa que el entendimiento y la unión por un objetivo común.
Merece la pena dejar todo al margen, pues la relación con tu hermano te enseña que las diferencias son siempre salvables si uno pone su empeño en ello y está dispuesto a cooperar. Desde la más tierna infancia, colaborando y negociando con nuestros hermanos comprendemos que la unión hace la fuerza.
6. A perdonar
Hay gestos y gestos, y yo creo que la complicidad de las miradas de perdón con tus hermanos no son comparables a nada. ¿Cuántas veces no hemos oído eso de “haced las paces o…”? Esta amenaza no te hacía estar para nada convencido o convencida de que tu hermano/a mereciese tu perdón, pero acto seguido te dabas la mano para cumplir el expediente.
A partir de ahí pasaban minutos, horas o días repletos de hostilidades, pero, de alguna forma, caías en la cuenta de que el perdón y el olvido os beneficiaba a ambos. En definitiva, los hermanos te enseñan que no hay distancias insalvables entre dos personas que se quieren, ni de niños ni de adultos.
7. A amar de manera incondicional
No hay otro amor como el amor a un hermano. No hay otro amor como el amor de un hermano.
Terri Guillemets
La relación entre hermanos te enseña a amar sobre todas las cosas, te enseña a adorar a alguien que no te dice lo que quieres oír, que te incordia, que te hace enfadar, que te quita tus cosas, que quiere lo que tú quieres, etc.
Puede que dos hermanos se distancien en diferentes momentos de su vida, pero siempre serán esos amigos incondicionales que no ha sido necesario escoger.
Tú darías la vida por tu hermano y tu hermano daría la vida por ti. Da igual lo que ocurra, la complicidad permanece ante las dificultades. De hecho, en los momentos difíciles, un hermano o una hermana puede llegar a convertirse en lo más parecido a un súperhéroe o a una súperheroína.
En definitiva, un hermano te hace sentir único y especial. Para ellos siempre serás irremplazable al igual que ellos lo serán para ti. Y a eso nadie es capaz de ponerle un precio porque su valor es incalculable.
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