“El alma siempre tiende a juzgar a los otros por lo que piensa de sí misma”
(Giacomo Leopardi)
Aunque no lo creamos, juzgar a los demás es algo más que habitual. Algo que resulta contradictorio cuando muchas veces solicitamos que, por favor, dejen de juzgar nuestros actos, nuestras acciones; pues juzgamos y nos juzgan constantemente, sin poder evitarlo.
Pero el daño que causa juzgar es algo en lo que debemos pensar y reflexionar. Debemos ver en nuestro interior, mirarnos a nosotros mismos y dejar de invertir tanto tiempo en ver lo qué hacen, cómo lo hacen, por qué hacen ciertas cosas el resto de las personas.
¿Cuántas veces te han juzgado equivocadamente? Seguramente, muchas. Por eso, debes evitar juzgar a las demás personas. Respeta lo que los demás hagan y decidan, porque a lo mejor eso que tanto criticas, tarde o temprano tú también lo harás. Entonces serás tú quien será juzgado.
Tu perspectiva ¡no es la única!
En muchas ocasiones, no nos permitimos ponernos en el lugar de los demás. Nuestra visión es la única válida y esto nos impide ver más allá y comprender otras perspectivas diferentes.
¿Quién te dice que tu forma de ver las cosas sea la correcta? Permítete dudar, aceptar que ambas posturas pueden ser correctas y que esto no hace a una mejor ni peor. No siempre tienes la razón. Puedes estar equivocada y juzgar los actos de alguien puede llegar a ser equívoco.
Cuando juzgamos a los demás,
no conocemos toda la historia
que hay detrás de esa persona
Solo hace falta que te fijes en ti mismo. ¿Cuantas personas hay que no saben por todo lo mal que lo has podido pasar?
No intentes buscar visiones mejores y peores, ¡todas son válidas! Pues lo que a lo mejor hoy te provoca rechazo, mañana puede agradarte.
Abre tu mente y permítete descubrir nuevas perspectivas con las que podrás ampliar la visión del mundo. Empieza a ser una persona abierta y tolerante. Esto te hará ser una mejor persona y te permitirá entender mejor a los demás.
Tus actos te definen
Cuando juzgas a alguien, te estás definiendo a ti mismo. Puedes dar tu opinión, pero criticar o no entender a esa persona ¡no la van a ayudar! ¿Estás haciendo algo bueno por ella?, ¿qué pretendes realmente?
Cuando juzgamos, realmente no tenemos motivo alguno más que hacer que los demás vean el mundo como nosotros lo hacemos. Esto está bien y esto está mal, pero ¿es así realmente?
Las diferencias no son algo negativo, sino algo que nos ayuda a abrir la mente ante situaciones varias. No puedes pretender que alguien piense o actúe como tú. Como ya mencionamos anteriormente, no hay nada mejor ni peor.
Juzgar a alguien puede hacerle mucho daño a esa persona. Piensa en una situación en la que te hayan juzgado a ti. ¿Te ayudaron?, ¿te hicieron sentir mejor?, ¿escoger el sendero que te mandaron te hizo más feliz?
Las apariencias engañan
Llegados a este punto, tenemos claro que a veces lo que vemos no es toda la realidad. Cada persona es un mundo. Tú mismo, como ya mencionábamos, tienes situaciones y vivencias por las que has pasado, con las que has sufrido y aprendido, pero que solo tú conoces y comprendes.
Los demás también poseen esto. Tienen una vida que ha podido ser buena o ha podido ser mala. No queremos justificar sus actos, lo que no queremos es juzgarlos. Las personas tendrán sus motivos y, aunque nosotros no estemos de acuerdo, debemos respetarlos. Quizás el día de mañana estemos realizando aquello que tanto cuestionábamos.
“La gente toma diferentes caminos en la búsqueda de la felicidad y la realización.
Que no caminen por tu mismo camino no significa que se hayan perdido”
(Dalai Lama)
Si eres una persona que tiende a juzgar a los demás, piensa primero en cómo te hace sentir que te juzguen a ti.
A lo largo de nuestra vida todo lo que nos sucede cambia nuestra forma de ver las cosas. Lo que hace unos años veíamos como correcto ahora ya puede serlo.
Sé flexible y nunca juzgues. Puedes dar tu opinión, pero sin intentar que las personas recorran y miren la vida de la misma manera en que tú lo haces. Más que nada porque no es la única visión válida.
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