“Si eres orgulloso conviene que ames la soledad;
los orgullosos siempre se quedan solos”
(Amado Nervo)
Si hay un sentimiento que divide a seres humanos, ése es el orgullo. El orgullo es aquello que se impone incluso cuando sabemos que no tenemos la razón, cuando sabemos que no nos llevará por buen camino; no siendo capaces de renunciar a él.
¿Cómo es posible que una emoción tan dañina, y tan conocida, siga haciendo desastres en las relaciones humanas?
Quizás, sería conveniente comenzar a hablar sobre qué es el orgullo. Para ello, comenzaremos antes por definir un concepto muy ligado a esta emoción, el ego. La RAE lo define así:
“En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior“.
Esta es la primera de las definiciones que aparecen pero no la única. De hecho, hay una más que hace referencia a lo que se entiende de manera coloquial como el ego y es un “exceso de autoestima“.
¿Tiene algo que ver el orgullo con alguna de estas definiciones?
¿Qué es el orgullo?
Según la RAE, nuevamente, el orgullo es “arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia (…)”.
¿Es correcto? ¿Dañamos nuestras relaciones a través del orgullo por la arrogancia o por un exceso de estimación propia? ¿La terquedad típica del orgullo se impone porque nos queremos en exceso?
Hay una expresión sobre el orgullo muy interesante que ofreció en su momento el filósofo y escritor francés Voltaire: “aquel que es demasiado pequeño tiene un orgullo grande“.
Pero hay una verdad que es irrefutable y que se asocia con esta emoción tan destructiva: se mantiene incluso cuando el individuo sabe que no tiene la razón.
Es decir, cuando la persona sabe que la premisa que mantiene es errónea, mantiene la misma hasta el final, aún sabiendo que el desenlace puede ser un enfado severo con la persona con la que se enfrenta; algo que resulta especialmente preocupante cuando la persona que se encuentra al otro lado del ‘ring’ es la persona a la que se ama.
Sabiendo esto, ¿es posible mantener que el orgullo es sinónimo de un exceso de estimación propia? ¿o parece más bien, una necesidad excesiva de auto-afirmación?
Estas cuestiones son la clave para comprender qué es el orgullo, cómo nos afecta y qué dice de nosotros mismos. Es un asunto de auto-analizarse y pensar.
Si he entendido que no tengo la razón ¿por qué sigo intentando buscar argumentos para tenerla? ¿qué se esconde detrás de esta necesidad de auto-afirmación? ¿qué gano exactamente con demostrar que tengo la razón?
Actualmente, podría decirse que es el orgullo el que rompe más relaciones. Incluso, cuando se habla de infidelidad, la barrera que impide perdonar al compañero o compañera cuando ha cometido un desliz y aun cuando se es capaz de comprender la situación, aparte de otros muchos factores.
No toleramos que alguien nos diga, a través de un acto como la infidelidad, que hay alguien ‘mejor’ que nosotros para esa persona que queremos. Pero ¿realmente se trata de competir? ¿Con quién? ¿Para qué?
Al final la pregunta que se plantea, teniendo en cuenta que la principal víctima del orgullo son las relaciones personales, es ¿en qué las estamos basando? ¿En qué se sustentan las relaciones que mantenemos? ¿Está nuestro orgullo por encima de el amor y la comprensión hacia el ser amado?
Hay muchas opiniones respecto a lo que es el orgullo y de qué forma nos afecta en nuestras relaciones personales.
Sin embargo, lo que parece seguro, es la necesidad de realizar un trabajo de introspección y análisis que nos permita comprender mejor las emociones como el orgullo y cómo gestionarlas correctamente para que no deterioren aspectos importantes de nuestra vida.
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