“¿El humor? No sé lo que es el humor.
En realidad cualquier cosa graciosa, por ejemplo una tragedia. Da igual”
–Buster Keaton–
Todos creemos que sabemos lo que es el humor, aunque en realidad sería una tarea complicada definirlo con palabras exactas. Pero sin duda, todos conocemos los beneficios del humor y lo irresistible de su existencia.
Porque si tuviéramos que vivir la vida sin posibilidad de reírnos de ella, ¿cuál sería entonces el sentido de las penas y desgracias que ocurren a diario?
A algunos les sonará tremendamente frívolas estas palabras, pero en un mundo que nos pide cordura con unas condiciones de locos y que ante el más mínimo error nos arroja a la culpabilidad y al remordimiento, el humor, parafraseando al gran Charles Chaplin, parece ser una cosa muy seria.
El humor como antídoto de todos los fanatismos
“El salvajismo no sabe reírse”
–Enrique Jardiel Poncela–
Los fanatismos nos rodean, con su halo de perfección moral y rectitud comportamental.
Sin embargo, a muchos, en lugar de proporcionarnos una guía espiritual y calma, los fanatismos nos causan algo de miedo además de angustia.
Y es que los fanatismos, sea cual sea su expresión, siempre tienen un alto grado de seriedad rancia y de falta del sentido del humor.
Al mundo le hace falta reírse,
porque al reírse uno desestresa, se calma;
y al calmarse uno es más dócil y cariñoso.
Y de eso anda escaso el mundo.
Cuando cualquier broma o chiste nos despierta una carcajada, parece que el mundo se simplifica. Las fustraciones no aprietan tanto y nuestro corazón se ensancha.
El humor como forma de conocer las culturas
“Descubrir la clave de humor de una cultura es muy difícil. Y cuando la descubres entonces, entiendes esa cultura. Yo, a veces, estoy hablando , diciendo cosas que me parecen tonterías, y la gente se muere de risa. De hecho, en África tenemos la sensación de que los blancos se ríen de tonterías”
-Boniface Ofogo-
Cuando vamos a otro país y no sabemos expresarnos, nos sentimos vulnerables, torpes, e irremediablemente tediosos hablando de algunos temas.
Nos preocupamos por la conjugación y la gramática porque queremos entablar una conversación algo “decente” con nuestro interlocutor.
No obstante, la llave de la comunicación más profunda radica en poder decir algo que sientes como gracioso y que el resto lo entienda de igual forma, aún existiendo fallos gramaticales y sintácticos.
El humor es algo universal, y no habrá remedio más infalible para derribar barreras que causar unas risas en quien te escucha.
Dejarás de ser un elemento extraño o exótico, porque has puesto en práctica una destreza universal : saber hacer reír.
Los demás ya no querrán hacer “tándem” contigo por la cantidad de vocabulario que les aportas, sino que te verán un aliado en la diversión y por tanto el aprendizaje de idiomas ya está asegurado.
El humor como medida de la inteligencia
“La potencia intelectual de un hombre se mide
por la dosis de humor que es capaz de utilizar”
-Friedrich Nietzsche-
A priori, no existe en el mundo algo más tedioso y separatista que un debate acerca de nacionalismos, política o religión.
No obstante en ciertas situaciones y con las personas adecuadas (dispuestas a aprender y no a imponer); puede ser una conversación tremendamente interesante.
Pero un hombre inteligente no solo sabrá situar estos debates en tiempo y espacio, sino que sabrá aliñar todos ellos con una leve pizca de humor que envuelva la conversación en un halo de sofisticación, pero también de sabia ironía y sátira.
Algo difícil pero no imposible, pues los hombres virtuosos no solo están llenos de cultura, sino de un sabio humor para poder compartirla y disfrutarla.
El humor como medidor de la calidad de una amistad o relación íntima
Si quieres saber si tu relación de amistad o de pareja está o no herida de muerte, nada como “hacer la prueba del humor”.
Elige algo que te haga reír y compártelo con la otra persona. Si en lugar de escucharse risas al unísono, parecen escucharse los cuchillos de la tensión del silencio, puede ser el momento de replantearte cosas muy serias que solo el humor ha podido haceros ver.
Así que reivindiquemos el humor en el dominio privado y público, pues no hay nada más enfermo que no tener la habilidad se saber reírse de uno mismo y de encontrar la sonrisa hasta en las cosas más serias.
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