Fue, es y será un placer
haber coincidido contigo
Es un placer coincidir contigo a través de estas palabras porque, sin duda, es un pequeño alimento más de aquella persona que soy, al igual que lo es cada una de las cosas que he vivido.
Sí, así, hasta mis momentos más malos siento que tengo el deber de agradecerlos.
Y no, no es un deber de obligación externa, es un deber conmigo misma: mi bienestar emocional pasa por el filtro del agradecimiento constante a lo que tuve y a lo que fui, a lo que tengo y a lo que soy.
Decía Cervantes, aunque con otras palabras, que era de buen nacido ser agradecido. Yo creo que va más allá: para cuando nuestra vida finalice, una de las sensaciones que más habremos querido tener será la de haber dicho “gracias”.
Dar las gracias nos ayuda en nuestro camino
Y es que la gratitud, si se entiende como capacidad para reconocer un beneficio que se ha tenido, es un estado interior que se propaga hacia el exterior.
“No hay deber más necesario que el de dar las gracias”
(Cicerón)
Desde el momento en el que venimos al mundo hasta que nos vamos de él, somos producto de un constante flujo de experiencias que nos provocan emociones de muy distinta índole. Es por ello por lo que el deber más necesario es dar las gracias.
Lo que me ha hecho feliz me reconforta y potencia mis nuevas ilusiones y sueños. Lo que me ha entristecido y me ha provocado dolor, me ha enseñado.
Doy las gracias por lo recuerdos que me han llenado,
pero doy también las gracias a los que buscaban huir
porque gracias a ellos soy quien soy y lo sé
Nuestras relaciones con los demás se fundamentan, entre otros, en este sentimiento: cuando una persona hace algo por nosotros, incluso tender un hombro en un mal momento, nos acercamos más a ella.
Es conocido que de las tristezas surgen las mayores complicidades y que de las roturas palpamos cicatrices, historias, una historia real que es la nuestra.
Agradecer es equivalente a una actitud vital positiva, es sinónimo de ver el vaso medio lleno, de despertarse con el pie derecho o de abrir los pulmones para respirar.
Algunos estudios, de hecho, han demostrado que agradecer mejora nuestra salud y ayuda a estabilizar nuestro bienestar emocional.
La encargada de mantener el equilibrio de nuestras emociones es una sustancia química que se llama serotonina y que se encuentra en nuestro organismo.
Con el fin de no caer en una depresión, por ejemplo, la serotonina mantiene sus niveles estables y, para ello, una de las herramientas es el agradecimiento.
Haga la dieta de la alegría: una sonrisa cada mañana,
un agradecimiento al final del día
Sería muy beneficioso que este post lograra que al finalizar tu día y al comenzar el siguiente, pudieras practicar esta dieta.
No requiere esfuerzos ni sacrificios, pero aporta los nutrientes necesarios para ser mejores a cada momento.
Nuestras relaciones afectivas con los que nos rodean se fortificarán con esta energía que produce el agradecimiento recíproco, para quienes están con nosotros y para nuestro yo, en las distintas fases de la vida.
Las pequeñas cosas, las más sencillas son las más importantes y las más necesarias de agradecer.
Los malos momentos nos ofrecen grandes cambios, los errores aprendizajes, las relaciones nefastas nuevas relaciones… pero los días, los días nos ofrecen oportunidades. Una tras otra, sin reparo.
Y, aunque para Walt Whitman la vida era desierto y oasis, tenemos que aprovecharla y agradecer por ella.
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