Horas de insomnio
Me voy de aquí, no quiero más oírme; de mi voz toda voz suéname a eco, ya falta así de confesor, si peco se me escapa el poder arrepentirme.
No hallo fuera de mí en que me afirme nada de humano y me resulto hueco; si esta cárcel por otra al fin no trueco en mi vacío acabaré de hundirme.
Oh triste soledad, la del engaño de creerse en humana compañía moviéndose entre espejos, ermitaño.
He ido muriendo hasta llegar al día en que espejo de espejos, soy me extraño a mí mismo y descubro no vivía.
Miguel De Unamuno
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