Es cierto, las preocupaciones que podamos tener no van a evitar un mañana que se nos escapa de las manos. Y, sin embargo, en menor o mayor medida, no hay nadie que no esté preocupado por algo hoy en día.
La vida exige preocupaciones constantes acerca de nuestro presente y de nuestro futuro; pero, ¿realmente preocuparme más de la cuenta eliminará el miedo que tengo a lo que será de mí en unos días, unos meses o unos años?
Nos preocupamos más de lo que los problemas merecen y nos perdemos otras muchas oportunidades de sentirnos bien con lo que tenemos.
Las preocupaciones nos bloquean
Sería muy beneficioso que recordáramos siempre que pudiéramos una premisa que dice: “el futuro es hoy”. Esta afirmación da validez a nuestro presente, a nuestro día a día.
En el momento en el que esta premisa se nos olvida y pensamos que el futuro está por llegar, las preocupaciones pueden bloquearnos: ¿Qué pasará si no encuentro trabajo el año que viene?, ¿seré una buena madre?, ¿cómo les irá a mis hijos ahora que son mayores?, ¿podré superar este mal momento?…
Esas son algunas de las preguntas que puedes estar haciéndote, pero hay muchas más que son similares.
El bloqueo aparece cuando en nuestra cabeza tenemos una serie de cosas que no podemos evadir. Y, algunas de ellas además pueden convertirse en obsesiones si no les ponemos remedio.
A continuación, os dejamos un texto en el que podemos observar las consecuencias que tiene preocuparse demasiado:
“Una psicóloga en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la pregunta: ¿está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, ella preguntó ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
La psicóloga respondió: el peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostenga. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá un brazo. Si lo sostengo un día el brazo se paralizará.
Es evidente que tus preocupaciones no van a desaparecer, pero sí puedes cambiar la actitud con la que te enfrentas a ellas. Es necesario que seas tú quien las controle para no dejar que ellas te controlen a ti.
Deshacernos de las preocupaciones innecesarias
Cuando la psicóloga de más arriba anima a “soltar el vaso” no solo lo hace pensando en esas preocupaciones que nace de forma justificada y que pueden ser positivas como llamada de atención, sino también de aquellas que sabes que tienes y que son innecesarias.
Es enriquecedor sentirte liberado, en cierta medida, de esos pensamientos negativos que probablemente no vayan a ocurrir después y que si ocurren habrá dado igual que te hayas preocupado anteriormente.
Trata de concienciarte de que tampoco puedes evitar algo inevitable ni puedes cambiar algo que ya ha pasado. Cuando sientas que estos pensamientos se apoderan de ti, intenta recordar todo lo que te estás perdiendo mientras tanto.
Las preocupaciones son inevitables, pero no incontrolables
Para ayudarte a sentirte mejor, te ofrecemos algunas claves para que tengas siempre presente cuando las preocupaciones te asalten:
- Piensa que vives en el presente y solo son problemas los que existen realmente.
- Confía en ti mismo y en tus posibilidades: tú puedes y podrás con ello.
- No des volumen al problema o cuestión: el tamaño que tenga es la real, ni más ni menos.
- Mantén la cabeza ocupada en otras actividades que te distraigan: pensar es muy positivo, pero pensar demasiado puede ser perjudicial para ti.
- Si lo necesitas, pide ayuda: hay amigos, familia o especialistas perfectamente cualificados para ayudarte cuándo tú no puedas solo.
Es importante que cuides el día de mañana y está bien que te preocupes por ello, pero no dejes que ello no te permita ser feliz hoy. Adiós al estrés excesivo y a la ansiedad que no te deja respirar. Dale a cada preocupación la importancia y el tiempo que merecen.
“Las preocupaciones acaban por comerse unas a otras, y al cabo de diez años, se da uno cuenta de que se sigue viviendo.”
-Jean Anouilh-
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