Construyendo nuestra identidad
Construir la esencia de nuestra identidad resulta cada vez más complejo, al vivir en el mundo de la sobreinformación, donde los estímulos y mensajes contradictorios son constantes.
Para no sobrecargarnos de información disponemos del mecanismo de defensa de la introyección, que consiste en la incorporación automática de aquello que recibimos del entorno, sin que haya ningún tipo de criterio personal.
Configurando nuestra identidad: la introyección
La introyección es algo que en mayor o menor grado todos estamos expuestos a experimentar, de hecho en cierta medida es necesario, como ahora veremos; el problema recae cuando este mecanismo se apodera de nosotros.
En nuestro día a día para integrarnos en sociedad estamos expuestos continuamente a acatar normas, leyes, comportamientos, ideas, creencias y patrones de conducta. Desde que somos niños nos han ido inundando con toda clase de estos elementos.
Ya en un entorno familiar hemos recibido mensajes de todo tipo, que a día de hoy, resuenan en nuestras cabezas y cuando no acatamos estos mensajes nos sentimos culpables.
Hemos integrado mensajes transformados en mandatos sin digerirlos, sin haberlos asimilado, ni haberlos pasado por nuestro propio criterio personal
Mensajes como: “Tienes que trabajar en algo importante para ser alguien en la vida”, “piensa mal y acertarás”, “los hombres no lloran”, etc.
Estos mandatos nos indican qué es lo que está bien y lo que está mal condicionando así nuestra conducta y configurando nuestra identidad.
¿Para qué sirve la introyección?
La introyección, también es un medio para complacer a las personas que están en nuestro entorno, de forma que tiene, en principio, una función de adaptación para ser aceptados.
Cuando el mecanismo de introyección guía nuestras vidas, se vuelve peligroso para nuestra identidad. Comenzamos a perder nuestra esencia y nuestra forma propia y original de ser.
Cuando nos perdemos en la complacencia, adoptando el papel de ser “buenos”, haciendo lo que los demás esperan de nosotros; perdemos así la capacidad de discernir entre nuestro propio mundo real (lo que queremos) y lo que ha sido impuesto por los demás
Cuando actuamos a través del mecanismo de introyección, estamos incorporando todo lo que es bueno para los demás, las expectativas con las que nos han cargado, de lo que esperan de nosotros. Los mensajes que recibimos que forman parte de sus necesidades, sin tener en cuenta cuáles son las nuestras propias.
De esta manera, nuestra propia forma de ser, y la esencia de nuestra identidad, no se desarrolla, nos perdemos a nosotros mismos bajo el mecanismo de introyección, que nos mueve a complacer las expectativas que los demás tienen de nosotros.
Sin embargo la introyección tiene también un aspecto creativo, que nos impulsa a sacar lo útil de lo que hemos aprendido, para hacerlo propio, recogiendo los valores positivos que deseamos integrar en nuestra identidad.
¿Cómo hacer de la introyección un recurso útil?
La función adaptativa que tiene la introyección nos sirve para tener en cuenta a las demás personas y poder incorporar otras ideas y creencias, aprendiendo de las tradiciones y sabiduría popular.
Para no dejar que este mecanismo gobierne nuestras vidas, y acabe por construir nuestro destino en base a lo que piensan y quieren los demás, resulta imprescindible tomar conciencia.
Es un paso importante en nuestras vidas hacernos conscientes de en qué circunstancias, en qué momentos, y con qué tipo de personas tenemos la tendencia a actuar en un modo automático, sin el filtro que nos ayude a distinguir lo que forma parte de nuestros valores e identidad.
Dándonos cuenta de los mensajes que recibimos del medio sin cuestionar y sin analizar, estaremos más alerta para transformar estos mensajes en un recurso útil, pudiendo reflexionar acerca de ellos, y sacar el aprendizaje que más nos convenga.
Al cuestionar y analizar todo lo que nos viene de fuera, estamos dándonos la oportunidad de hacer elecciones más profundas y coherentes con nuestro modo de pensar, sentir y entender la vida.
Si nos hacemos responsables de lo que decidimos tomar o no de los mensajes que recibimos, estaremos siendo conscientes de qué tipo de identidad queremos crear
Estaremos siendo los arquitectos de nuestra propia vida, construyendo nuestro destino en base a las elecciones que hacemos y los aprendizajes que decidimos tomar, conforme a las circunstancias que vivimos.
Para ello resulta imprescindible asimilar y pasar por el filtro personal todo lo que aprendemos, facilitando el desarrollo y la expresión del propio ser.
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