5 aspectos que fomentan una catástrofe espiritual
En la sociedad occidental existe la búsqueda de una espiritualidad que no nos haga sentir a la deriva, sino sentir que nuestra vida es algo que nosotros podemos moldear, pero sin sentir excesiva carga de culpabilidad y responsabilidad en nuestros actos.
Buscamos a veces una guía espiritual que nos haga nuestra vida más placentera o fluir, en lugar de cuestionarnos y sufrir tanto.
Esta búsqueda de espiritualidad está directamente relacionada con otro concepto que llena los consultorios de psicología: la gente quiere sentirse bien, en paz y estar bien consigo misma. La gente busca el bienestar psicológico.
La búsqueda del bienestar psicológico y la espiritualidad
Desde la psicología, también se pueden dar algunos consejos relativos a la espiritualidad y al bienestar psicológico, que no solo tienen sus raíces inspiradas en corrientes ancestrales y religiosas, sino que han sido validados por la psicología científica.
Pero este bienestar psicológico y espiritual no es algo arbitrario o casual que surge de la nada sin que nosotros intervengamos. Para su buen funcionamiento se requiere de esfuerzo, empeño y dedicación por nuestra parte.
Por lo tanto la búsqueda del bienestar psicológico y espiritual requiere de un compromiso para profundizar en el proceso que puede llevarnos hasta su consecución.
En este artículo trataremos cinco aspectos que dinamitan todo bienestar psicológico y espiritual, y que están ampliamente tratados y estudiados son:
- La envidia
- La comparación con los demás
- La evaluación continua de nuestra vida
- La idealización
- El pensamiento catastrofista
La envidia
En muchas ocasiones diferenciamos la “envidia sana” de la “envidia mala”, aunque si buscamos su definición evidentemente no encontraremos esta diferencia.
Sentir una envidia momentánea ante un hecho concreto será normal, siempre y cuando no deseemos usurpar la identidad de la otra persona o desearla algún mal. Pero que ese estado se prolongue en el tiempo y en intensidad, puede que no tanto…
La envidia nos coloca en una situación de inutilidad, de toxicidad y en ocasiones de agresividad.
Envidiar al otro es concederle una importancia que nos restamos a nosotros mismos
La comparación con los demás
Que nos comparemos con los demás es un aspecto que nos inculcan desde pequeños para buscar el éxito a través de la competencia, y a su vez para buscar la “normalidad” en el criterio de la sociedad.
Lo que no nos dicen con suficiente convencimiento es que cada uno de nosotros somos únicos en habilidades, carácter y circunstancias.
“Nos solemos comparar con aquellos que consideramos en mejor situación que nosotros, ignorando la individualidad y fomentando la frustración”
Por tanto, establecer comparaciones nos aleja de nuestra propia realidad, crea falsos mitos y en ocasiones una profunda sensación de fracaso.
Evidentemente esto deja la puerta a la envidia, aunque nuestra naturaleza nunca haya querido albergar ese sentimiento.
Evaluación continua de nosotros mismos
La continua evaluación de lo que hacemos y de lo que hacen los otros nos lleva a la amargura y el neuroticismo. Nos puede conducir a juzgar a los demás: un hábito común en personas frustradas.
Debemos intentar vivir sin analizarlo todo, pues la vida no es una ecuación a resolver, sino una sensación continua de experimentación y sensaciones.
Idealización
La idealización de personas y situaciones es muy común, suele hacerse de manera retrospectiva y futura.
La diferencia de establecer metas y de idealizar es bastante clara: la primera forma de vivir nos enfoca a la acción, y la segunda, fomenta el ensañamiento con nuestros errores pasados y la falta de realismo respecto a nuestras metas futuras.
“De la misma forma que idealizamos el pasado creyendo que todo tiempo pasado fue mejor, idealizamos situaciones futuras que creemos poder alcanzar para sustituir nuestro catastrófico presente”
Pensamiento catastrofista
Lo contrario al pensamiento idealista es el pensamiento catastrofista. Contrariamente a lo que se puede creer, ambos se encuentran presentes en la psicología de una misma persona de forma simultánea.
Si tendemos a idealizar algo y cuando lo experimentamos nuestras expectativas no se ven satisfechas, un sentimiento de falta de control y desesperanza nos puede embargar.
“La falta de control ante algún aspecto de la vida nos conduce a la desesperanza y a una visión catastrofista del mundo”
Es por ello que tenemos que ajustar nuestras expectativas a la realidad, conociendo esta última lo más posible para no hacernos falsas esperanzas y tampoco crear innecesarias en nuestra cabeza que no se ajustan a la realidad.
Bienestar psicológico reforzado, espiritualidad bien acogida
Evitando estos 5 factores llegaremos a un bienestar mental y por ende espiritual, que siempre podrá verse reforzado por prácticas como la meditación, mindfulness u otras técnicas que nos ayuden a ser conscientes de nuestro cuerpo y de relajar nuestra mente.
Se trata de eliminar todo aquello que nos perturba, que no sea bello ni útil, y que en ocasiones ha tenido lugar en el pasado.
Detectando estos aspectos en nuestra mente podremos intentar minimizarlos, ignorar los pensamientos que nos hacen daño, y allanar el camino a unas prácticas como la meditación.
Dramatizar tus problemas solo los empeora y estas prácticas siempre nos harán sentir como seres con presencia real en el presente y con luz propia, capaces de organizarse para la vida pero sobre todo, de lograr un bienestar y una claridad mental en la que todo problema se vea como algo exterior a nosotros.
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