3 mujeres que dejaron huella gracias a su arte y personalidad
En la actualidad el género femenino se encuentra en una constante lucha por su identidad y por conciliar los distintos roles que tiene en su vida.
Esta lucha sería algo más inspiradora si en la sociedad actual los iconos femeninos , las mujeres que ocupan altos cargos en todas las esferas de la sociedad, estuvieran provistas de talento, autenticidad y sencillez.
Desgraciadamente no siempre es así y los modelos que encontramos más accesibles no son precisamente los más idóneos.
Es bueno entonces echar la vista atrás y buscar algo de inspiración en algunas mujeres que supieron dejar su impronta en el imaginario colectivo por su talento, carácter y determinación.
Claros ejemplos de que las personas que dedican su existencia a ser fieles a ellas mismas y no a intentar impresionar a los demás, dejan una huella mucho más profunda que de lo que nunca pretendieron.
En este artículo hacemos referencia a tres de ellas:
Greta Garbo
Es el mito absoluto del séptimo arte y un icono de estilo que traspasa generaciones, pero los principios de esta actriz fueron de todo menos fáciles.
Nació en el seno de una familia extremadamente pobre de Suecia lo que causó que la actriz se viese en la necesidad desde muy joven de trabajar en lo que pudiese.
Ya con la edad de 14 años fue imagen de unos grandes almacenes. Y pronto le llegaron ofertas de Hollywood que ella supo aprovechar, pero rechazando siempre que su vida privada se mercantilizase.
Ejemplo de discreción y profesionalidad, siempre se esmeró por ser una buena actriz (comenzó en el cine mudo); y no sucumbió a ofertas millonarias de entrevistas acerca de su vida privada en medios escritos y audiovisuales.
Greta Garbo practicó el “Ser para ti y no para los demás”.
Se retiró a la edad de 36 años y vivió sola el resto de su vida porque así lo quiso, invirtiendo su fortuna en prósperos negocios.
Gran amante de la naturaleza, la tranquilidad y su familia, murió en Nueva York a los 84 años de edad, dejando un legado de saber estar y misterio inigualables.
Un ejemplo de cómo la buena educación y la fidelidad a los principios también tienen cabida en el mundo del espectáculo.
Frida Kahlo
La mexicana más famosa de la historia es una auténtica leyenda por sus cuadros y por su apasionante personalidad y mundo interior, que siempre expresó de manera artística.
Marcó su existencia el interminable padecimiento de dolores físicos a lo largo de su vida. De niña fue víctima de la poleo que la dejó con una pierna más delgada que la otra y fuertes dolores. Pero el destino la golpeó de nuevo con un accidente a la edad de 18 años que la marcaría para siempre.
El autobús en el que viajaba sufrió un choque y una barra de hierro se desplazó de la estructura alcanzándola a ella y atravesando toda su pelvis.
El resultado fue demoledor: su columna vertebral quedó fracturada en tres partes. La pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó y un pasamanos la atravesó desde la cadera izquierda hasta salir por la vagina.
Ese daño la postró en la cama durante mucho tiempo con fortísimos dolores . Se sometió a más de 30 operaciones quirúrgicas y vivió con un corsé de yeso.
Postrada en la cama, eligió la pintura y escritura para expresar su dolor, consiguió recuperarse durante algunas épocas y vivió apasionados romances; el más famoso con Diego Rivera con el que sufrió varios abortos que la sumieron en una profunda tristeza.
Todo su amor y frustración fueron expresados con tal sensibilidad en su obra que fue encumbrada como un símbolo mundial de la maravillosa expresión artística del dolor en el arte.
Murió a los 47 años de edad y cada año que pasa su legado humano y artístico parece ser más relevante para el mundo. Indudablemente, el arte es una forma de ser inmortal.
María Callas
María Callas fue una soprano de origen griego que se convirtió en la cantante de ópera más influyente del siglo XX.
Sus padres fueron inmigrantes griegos en Nueva York, donde se instalaron y consiguieron tener un nivel de vida acomodado, gracias a que su padre era farmacéutico y pronto creó un próspero negocio.
Sus padres se divorciaron y ella volvió a Grecia con su madre, con la que no tenía muy buena relación. Posteriormente, Callas declaró que su madre había sido decisiva en debilitar algunos aspectos de su autoestima, pues la llamaba gorda, fea y la comparaba continuamente con su otra hermana.
Aún así su carrera fue subiendo como la espuma, pero de una forma escalonada, ya que María no quería simplemente cantar en obras que ya tuviesen el éxito asegurado, ella quería cantar en obras que le transmitiesen algo más.
Se comentó mucho en la época como rechazaba papeles que suponían la fama instantánea para las mujeres que la interpretasen, pero ella confió en su instinto, siguió formándose y realizó una carrera envidiable gracias a que siempre se guió por su criterio. La llegaron a apodar “La divina”.
El musicólogo Kurt Pahlen, definió su arte como «…su canto se asemeja a una herida abierta, que sangra entregando sus fuerzas vitales… como si ella fuese la memoria del dolor del mundo…».
Tras conocer a Onassis abandonó a su marido, y con el magnate griego protagonizó un gran revuelo mediático. Antes de conocer a Onassis su voz ya había bajado de calidad, había perdido mucho y tras la ruptura con Onassis se agravaron más los problemas con su cuerdas vocales.
Onassis intentó recuperarla en numerosas ocasiones pero María tenía un carácter muy fuerte y jamás perdonó que él la abandonase de esa forma por Jacqueline Kennedy, aunque siempre siguió enamorada de él.
En los últimos días de su vida Onassis pidió a María que estuviese con él y ella finalmente lo acompañó hasta el final.
María siempre fue una mujer muy sensible e insegura, pero de una determinación y carácter sorprendente al mismo tiempo.
Murió a los 53 años de una crisis cardíaca aunque no se descarta la teoría del suicidio con tranquilizantes. Puede ser que la sensible e insegura María y la legendaria “La divina” eligieron descansar para siempre en su ciudad, París; tras una vida de luces y sombras pero ante todo de puro sentimiento.
Vivió sola en su última etapa y murió sola…y es que: “La peor tristeza es la que no tiene testigos
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