Cada herida es una victoria
A lo largo de nuestra vida tenemos que pasar por una serie de etapas indiscutibles que nos hacen madurar, crecer y convertirnos en lo que realmente queramos ser.
Cada etapa es un aprendizaje. Pero, ¿qué ocurre cuando nos estancamos en una de estas etapas? Que no avanzamos en nuestra vida, nos quedamos estáticos y quizás perdidos, sin saber a dónde ir o qué hacer. ¿Por qué no superarla, qué es lo que nos está pasando?
En nuestra vida, pasamos por momentos felices, pero también tristes y traumáticos que causan heridas y cicatrices. Debemos abrazar estos momentos, para seguir con nuestra vida y superar la etapa en la que nos encontramos. Es el momento de bajar del tren.
Yo me bajo en la próxima estación
Hay que estar seguros para superar las etapas que todos por igual tenemos en nuestra vida. Pero, para ello, es importante conocer de qué etapas estamos hablando.
- La niñez es la primera etapa que nos permite observar e investigar el mundo en el que vivimos.
- La adolescencia es la segunda etapa en la que las emociones las vivimos intensamente.
- La juventud y la edad adulta son la tercera etapa que nos sume en un mundo de responsabilidades y decisiones.
- La vejez es la última de las etapas formada por recuerdos e historias varias.
Estas son las cuatro etapas importantes que todos hemos pasado en algún momento. Curiosamente, pasar de la niñez a la adolescencia es algo que todo el mundo supera. Pero, cuando llegamos a la edad adulta esto se complica.
Muchas son las personas que deciden quedarse en la adolescencia, donde podemos evadirnos de las responsabilidades y decisiones que acosan a los adultos.
Igualmente, ¿cuántas personas hay que quieren quedarse en la edad adulta rechazando la vejez que inmediatamente transcurre después?
Podemos decidir quedarnos en una etapa, pero esto no es el transcurso natural de la vida y, como todo, elegir hacerlo tendrá sus consecuencias.
“Vive cada etapa de tu vida intensamente porque el pasado, pasado es, para no sufrir por lo que pudo ser”
-Ivelisse Guerrero-
Por poner un ejemplo muy simple. ¿Sabemos porqué ocurre la terrible crisis de los 40? ¿Por qué muchas personas en esa edad se comportan como adolescentes?
El miedo a lo que vendrá, el paso inexorable del tiempo que corre y corre sin parar nos atemoriza y abre grandes heridas de frustración e impotencia que debemos sanar.
Sana tus heridas, conviértelas en victoria
Cuando nos quedamos estancados en una etapa ya sea por comodidad, miedo, traumas o cualquier otro motivo, una herida asoma en nosotros por no estar viviendo la vida como queríamos o deberíamos.
¿Has sentido alguna vez la sensación de no tener ya sueños? ¿De que nada tiene sentido? Esto podemos sentirlo en cualquier etapa de nuestra vida y, en algunos casos, puede llevarnos a la depresión.
Pero, es que debemos saber que en cada etapa se van a suceder cosas positivas, pero también negativas. Cosas que nos harán estar preparados o no para pasar al siguiente vagón.
Acepta que es normal sentirse herido a veces por el paso del tiempo, por el estrés de las preocupaciones, por el miedo a adquirir responsabilidades… Pero, ¡ponle solución!
Quedarse en una etapa no hará más que alimentar esa herida abierta. Para cicatrizarla, debemos ver más allá. Solo así podremos seguir avanzando en nuestra vida, aunque llevemos a nuestras espaldas una mochila llena de cicatrices de aprendizaje.
Pero, si superas una etapa, cerciórate de haber cicatrizado bien tu herida, pues esta puede abrirse en cualquier momento, algo que sin duda será más doloroso.
Mis heridas me han enseñado que quedarse no es la solución, sino que avanzar es lo que me hará entender aquello que un día carecía de comprensión.
Avanza siempre en tu vida, aunque esta duela, aunque el camino sea difícil. La victoria será aceptar y cicatrizar esa herida que atrás quedó ya y que ahora ves como un aprendizaje más.
No te permitas quedarte en un vagón, quieto, mientras el tren continua su camino. El tiempo pasa y debemos aprender a caminar y progresar, siempre aspirando a llegar al último vagón llenos de felicidad.
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