No decimos lo que queremos decir, decimos sí cuando queremos decir no, negamos cuando queremos asentir, un quizás significa no o significa sí, ¿qué tememos al dar nuestra opinión?
Sin duda, muchas veces, nos vemos atrapados en situaciones en las que no queríamos estar desde el principio por no haber sabido decir que no, a veces por miedo a las reacciones de otras personas, a veces por compromiso.
La razón a lo mejor no importa, lo que es importante es que estamos negándonos a nosotros mismos, al desconectar lo que pensamos y deseamos respecto a lo que decimos.
“La felicidad es cuando lo que tú piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía.”
Saber decir que no
Aprender a decir que no, a negarnos a hacer lo que no nos gusta o nos hace sentir mal es importante para nuestra felicidad y para ser coherentes con nosotros mismos.
Hay muchas razones por las que decir que no es esencial:
No ser complaciente
Es necesario aprender a decir que no cuando realmente estamos asintiendo sólo por complacer a otra persona (pareja, padres, amigos etc.). Evitar depender o vivir complaciendo continuamente a otras personas nos permitirá ser más libres.
Elegir por nosotros mismos
Nuestra vida no puede estar en manos de otras personas, si no elegimos nosotros lo que queremos hacer, dónde queremos ir, qué clase de personas queremos a nuestro lado, estaremos viviendo la vida de otros no la nuestra.
Las personas que nos quieren muchas veces piensan que saben lo que es mejor para nosotros, pero a veces, a pesar de sus buenas intenciones, lo que les dirige son sus miedos que no son los nuestros.
“El alma se tiñe del color de sus pensamientos. Piensa sólo en aquellas cosas que están en línea con tus principios y que pueden ver la luz del día. El contenido de tu carácter lo eliges tú. Día a día, lo que eliges, lo que piensas y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino… es la luz que guía tu camino”.
Di que no y elimina la ansiedad
Cuando queremos decir que no y decimos que no, nos sentimos liberados, en armonía con nuestro pensamiento y con nuestro sentir más profundo.
En cambio, cuando nos encontramos ante una situación en la que nos hemos metido por miedo a decir que no, nos invade la incomodidad, el estress, la ansiedad.
Hazte feliz a ti, no a los demás
Es cierto que a veces hay que ceder, pero nunca a costa de nuestra felicidad. Las decisiones tomadas por miedo a reacciones de otras personas o por un sentido de compromiso con alguien, probablemente nos afectarán negativamente en el futuro, porque no estamos siendo felices y decidiendo por nosotros mismos.
Consejos para aprender a decir lo que queremos decir
Sé asertivo
La asertividad nos permite expresar nuestras emociones y lo que pensamos de forma clara y sin crear incomodidad ni hostilidad.
La asertividad se puede aprender mediante la capacidad de tener conversaciones en las que expresemos lo que queremos, pensando en nuestros interlocutores con empatía, pero sin dejar de lado lo que queremos decir realmente. Se trata de decir con amor, respeto y firmeza lo que deseamos.
La autoestima o la idea que tenemos de nosotros mismos, es un valor fundamental para poder decir lo que queremos. Una baja autoestima nos dejará a merced de las opiniones de otras personas, que no son nuestras opiniones.
Es esencial aprender a tener opiniones propias y a hacernos valer como personas, para tener una vida plena y feliz, para tener la vida que queremos.
Elimina el sentimiento de culpa
Piensa en todas esas veces en las que has dicho lo que pensabas y no te has sentido en absoluto culpable, sino liberado y en paz contigo mismo. Ese es el sentimiento que debe predominar.
Sé tú mismo, con tus defectos y con tus virtudes, pero tú mismo, no te sientas culpable por ser quien eres
Piensa en todas las cosas a las que estás diciendo sí cuando dices que no. Si por ejemplo en el trabajo te proponen hacer horas extra y dices que no, estás diciendo que sí a pasar tiempo con tu familia, a disfrutar con tus amigos, a desarrollar lo que te gusta hacer en tu tiempo libre etc.
“El sólo hecho de interrogarse sobre la posible elección vicia y enturbia lo elegible. Que sí, que no, que en ésta está… Parecería que una elección no puede ser dialéctica, que su planteo la empobrece, es decir la falsea, es decir la transforma en otra cosa. Entre el Ying y el Yang ¿cuántos eones? Del sí al no ¿cuántos quizá?