En muchas ocasiones de nuestra vida dejamos aquello que tenemos pendiente para más adelante. Puede ser una pequeña tarea, pequeños pasos hacia un objetivo o nuestra toma de decisiones. Podemos estar viviendo acumulando tareas, obligaciones o deseos.
Así, pasa el tiempo, y lo que un día dijimos que haríamos queda pendiente y sin fecha por determinar, convirtiéndose en un “tengo que…” sin fin. En ocasiones puede que no genere demasiadas dificultades, sin embargo en otras puede que más tarde sea demasiado tarde.
Lo haré más tarde
Cierto es que nuestro día a día puede estar cargado de cosas que hacer, que nos impiden llevar todo hacia adelante, no somos ningún superhéroe ni superheroína. Es normal que a veces no podemos con todo, por lo que es mejor hacer menos cosas y bien, que muchas y mal.
Pero cuando dejamos muchas cosas para más tarde y se nos acumulan, podemos experimentar altos niveles de ansiedad y de malestar con respecto al concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Tenemos ansiedad cuando dejamos muchas puertas sin cerrar y cabos sin atar.
También podemos estar cayendo en el error de sobreestimar el tiempo y esfuerzo que pensamos que nos llevará hacer algo. Podemos pensar que tardaremos más tiempo del que realmente invertiríamos. A veces tardamos más en pensarlo que en hacerlo, tenlo en cuenta.
Demasiado tarde es un concepto que sólo se aplica a las cosas que ya son definitivas
Casi nunca es tarde, pero no lo dejes para más tarde
Todas, o casi todas las decisiones pasan por un proceso lógico de toma de decisiones. Con la influencia de nuestras emociones, claro está. Lo cierto es que a veces, pensarlo demasiado significa imaginarnos los posibles finales y, casi siempre, todos malos.
Y así dejamos pasar los días. Pensando y pensando que llegará el día en que algo cambiará sin movernos del sofá. Y claro, ese día nunca llega. Sabiendo que todo lo que está en nuestra mano es posible cambiarlo si somos nosotros mismos los que empezamos.
Tampoco el tiempo es un valor importante. Es cierto que hay cosas irrecuperables y que ya pasaron, de eso tan sólo nos queda aprender con la convicción de que todos cometemos errores. Pero nunca es tarde para cambiar cosas que aún podemos solucionar, tan solo hay que intentarlo.
Hablar con alguien con el que llevamos mucho tiempo sin hablar, solucionar conflictos del pasado, retomar esa pasión que nos hacía felices o cumplir los sueños realizables que tenemos apuntados tan sólo son posibles si nos ponemos en movimiento. Vamos, adelante.
A veces nos paramos tanto tiempo a contemplar una puerta que se cierra que vemos demasiado tarde otra que se abre
Un hábito es una costumbre o práctica adquirida por la frecuencia de repetición de un acto. Podemos adquirir hábitos saludables y beneficiosos o sin embargo hábitos que no nos favorecen nada. La clave está en en el inicio y, sobre todo, en la persistencia.
Los hábitos surgen porque el cerebro siempre busca el modo de ahorrar energía, por lo que su tendencia natural es convertir casi cualquier situación ya vivida en una rutina. El problema es que el cerebro no diferencia entre los buenos y los malos hábitos.
Estos son algunos consejos para empezar un hábito:
- Piensa en desarrollar un hábito que sea saludable y escribe una lista con los motivos para llevarlo a cabo.
- Marca el día en un calendario que sea visible en un lugar de tu casa.
- Prepara con antelación todo lo necesario que necesitas para empezar.
- Tener en cuenta que implementar un hábito en tu vida requiere de tiempo y persistencia.
- Introduce pequeños cambios y no intentes cambiarlo todo a la vez.
- Saber que “recaer” en dejar de hacer un hábito no es un fracaso, es sólo una “recaída”
“Una vez que la respuesta se convierte en un hábito, ya no se aprende”