No sé cómo llegaron a mí, solo sé que lo hicieron de repente y cuando menos podía creer que podría sentirme tan afortunada de tenerles conmigo. Se acercaron a mí y esperaron el tiempo necesario para no irse más.
Y es que no sé tampoco que clase de amigos tendrán otras personas, pero yo ahora sí puedo decir que sé de amigos que abrazan fuerte para que el mundo respire conmigo. Por eso, si a ti también te ha ocurrido alguna vez, te aconsejo que aferres a esas personas a tu vida porque estoy segura de que se lo merecen todo.
“Escapa. De todo y de todos. Y cuando creas que estás lo suficientemente lejos, piensa en quién querrías ahí contigo. Así sé yo quién es importante en mi vida.”
A tiempo para demostrarme que hay que dar una oportunidad
Mis amigos me han enseñado muchas cosas incluso sin ellos saberlo y, quizás, una de las más importantes es que gracias a ellos me he dado cuenta de que una oportunidad a tiempo puede ser tu mejor elección.
Me refiero, por ejemplo, a aquellos puntos de nuestra vida en los que las decepciones nos obligan a cerrarnos y nos hacen pensar que el resto del mundo puede ser igual que las personas que nos han hecho daño. Es entonces cuando tus amigos estarán ahí para demostrarte que te equivocas.
Ellos te demostrarán que las mejores personas que habrá en tu vida serán aquellas que honestamente quieran quedarse contigo. Tus amigos estarán ahí, pase lo que pase, sin juzgarte y respetando todo aquello que te ocurre: serán tu hombro en días malos y tu gran empujón cuando más despacio quieras ir en la vida.
A tiempo para deberos parte de mis sonrisas
A mis amigos les debo la mitad de lo que soy: por dejar que crezca y por completar mi crecimiento. En los momentos clave de mi vida, sobre todo los malos, ellos han sido mi sonrisa, esa que cuesta tanto que te hace sentir satisfecho cuando la das.
Todos sabemos que el sol siempre sale, pero lo apreciamos más cuando ha llovido antes. Lo mismo ocurre con las personas, por injusto que parezca: mis amigos llegaron a tiempo de ser sol cuando más llovía y al menos yo eso no puedo olvidarlo nunca.
En otras palabras, seguro que tú también conoces esa sensación de saber que pase lo que pase habrá alguien contigo que sabrá hacerte reír. No importa el espacio temporal o el tiempo espacial que haya entre vosotros: cerca o lejos, esa persona siempre va contigo donde vas y siempre hará todo lo posible por alegrarte el día.
“A veces hacen falta solo 56 segundos de conversación inalámbrica para alegrar el día de alguien que está a kilómetros de distancia. Y todos tenemos 56 segundos sueltos.”
Ahora que les he conocido y les tengo conmigo no puedo perderles. Ellos son mis amigos de verdad: celebran mis alegrías, superan conmigo las tristezas, escuchan siempre que no quiero hablar y hablan siempre que no quiero escucharme.
Me dan consejos en los momentos más oportunos, me enseñan a ver el lado bueno de las cosas y a mirar con otra perspectiva. Ellos son los amigos que toda persona necesita cuando tiene tiempo libre para convertirlo en inolvidable, cuando el frío es demasiado frío o cuando simplemente queremos disfrutar de la vida.
Tu vida es más vida cuando tus amigos te abrazan. Volvemos a ser nosotros cuando nos hemos perdido y alguien como ellos nos dicen: “tú eres, tú sigues siendo”. Solo con ellos respiramos y solo gracias a ellos siempre hay algo por lo que seguir disfrutando del día a día.
“Lo que me gusta de la ayuda reciproca y desinteresada entre dos personas entre dos personas es la incertidumbre de no saber, al final, quién tuvo la suerte de conocer a quién.”
Cuando les conocí no era consciente de lo que significaba esta frase anterior, ahora sé que es cierto: que lo más grande que puedes tener en tus manos es esa suerte de haberles conocido y de sentirte feliz al saber que la amistad es reciproca.
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