¿Te da miedo la oscuridad? ¿Tienes pánico a la noche? El miedo a la oscuridad es algo bastante normal en la infancia. Sin embargo, no tratarlo adecuadamente puede derivar en una fobia. Si es tu caso, en este artículo encontrarás algunas estrategias para superar ese miedo.
El miedo a la oscuridad o nictofobia es un miedo irracional a la noche o a los espacios oscuros generada por una percepción distorsionada del cerebro de lo que podría pasar en esas circunstancias. En realidad, el miedo a la oscuridad no es la propia noche lo que te asusta, sino los riesgos que te imaginas que corres.
En los adultos el miedo a la oscuridad debe ser tratada como una fobia. Este miedo suele proceder de recuerdos traumáticos específicos que se produjeron en la oscuridad o de terrores de la infancia no superados.
“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”.
Estrategias para superar el miedo a la oscuridad
Para superar el miedo a la oscuridad hay que aliviar el dolor de tiempos pasados, generalmente de nuestra infancia. Enfrentarte a tu miedo de forma racional es la vía para superarlo. Puedes hacerlo siguiendo las siguientes estrategias.
1 – Apaga la luz voluntariamente
Las personas que sufren de nictofobia suelen estar cansadas y somnolientas. Esto se debe a que el sueño es mucho más reparador si se duerme a oscuras. Incluso la luz tenue impide conciliar un sueño profundo. El problema es que este cansancio puede acentuar la sensación de miedo.
Las personas con miedo a la oscuridad pueden empezar a reducir la luz paulatinamente a la hora de dormir. Al hacerlo poco a poco, a lo largo de varios días, es más fácil acostumbrarse y hacerse a la idea, mientras se trabaja en el resto de estrategias. El simple hecho de conseguir un descanso más reparador y la consecuente mejora del estado de ánimo y aumento de energía ayudan a motivarse para dormir cada vez con menos luz.
2 – Busca un momento de relax para estar a oscuras durante el día
El día también puede brindar la oportunidad de estar a oscuras. Busca un momento relajado y voluntariamente quédate en una habitación a oscuras. Pon música relajante e intenta pensar en algo positivo.
La ventaja de esta fórmula es que puedes controlar el tiempo que pasas a oscuras y que, al terminar, puedes disfrutar de la luz natural, que es muy reconfortante y estimulante. Pero recuerda que debe ser una opción personal y que debes aumentar el tiempo poco a poco a medida que te vayas sintiendo más seguro.
3 – Desafía tus propios miedos
El miedo a la oscuridad no es el miedo a la falta de luz, sino a los pensamientos que ocupan tu mente. Descubre cuáles son esos pensamientos, los verdaderos miedos, y enfréntate a ellos. Si todo pasa en tu imaginación puedes tomar el control y derrotar esa amenaza. No te sientas avergonzado y desafía esos pensamientos.
4 – Controla tu cuerpo
La imaginación puede estimular el miedo, pero necesita a tu cuerpo para confabularse con las fantasías de tu mente para que ese temor se apodere de ti. Por lo tanto, aunque no consigas controlar tus pensamientos sí que puedes controlar tu cuerpo.
Pasados unos segundos, evita el jadeo habitual que sigue a esta situaciones y controla tu respiración expirando fuerte el aire, como en un suspiro. Esto estimula el corazón y te devuelve a la realidad. Además, esta forma de respirar exhalando despacio y fuerte el aire relaja.
Respirar lentamente, concentrándote en inhalar y exhalar despacio y con control también te ayudará a controlar los ataques de pánico y el miedo a la oscuridad, y te ayudará a adentrarte en las zonas oscuras controladamente.
5 – Cambia tu concepto de “oscuridad”
A medida que vayas aprendiendo a sentirte relajado en ambientes oscuros, a controlar tus impulsos en ausencia de luz y a dormir con menos luminosidad podrás ir cambiando tu concepto de oscuridad como algo beneficioso para ti. La oscuridad pasará de ser una zona de negatividad a convertirse en una oportunidad para descansar y relajarse.
“Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad”.