Procrastinar es algo que hacemos todos en mayor o menor medida. A menudo, cuando tenemos que hacer una actividad o enfrentar una situación que nos provoca incomodidad, rechazo, temor o pereza, lo postergamos entreteniéndonos con actividades poco productivas que no nos acercan a nuestro objetivo.
Procrastinar es vagar por Internet o mirar compulsivamente el teléfono móvil mientras te espera un informe de trabajo. Procrastinar es reordenar los cajones de tu escritorio cuando tendrías que estar estudiando o ver algo en la tele que ni siquiera te gusta con tal de no fregar los platos acumulados.
No es que realizar actividades poco productivas sea malo, ¡al revés!, a menudo es beneficioso. Lo malo es que las hacemos inconscientemente, para evitar hacer actividades necesarias, y el deber que postergamos sigue pendiente y cada vez nos genera más desasosiego, culpa y tenemos menos tiempo para hacerlo bien. Por eso te contamos las claves para que dejes de procrastinar y aproveches tu tiempo al máximo.
Acepta la incomodidad
Una de las razones por las que procrastinamos es porque rechazamos inconscientemente la incomodidad del deber al que nos cuesta enfrentarnos. Nuestra mente se rebela y acabamos haciendo otra actividad. Si nos tomamos el “sufrimiento” como un propósito consciente es más probable que no lo evitemos.
Por lo tanto, acepta que habrá cosas que tendrás que hacer que no serán demasiado cómodas. No siempre podremos hacer aquello que nos gusta, habrá algunas situaciones de desagrado. Pero cultiva la paciencia y la comprensión, para poder llegar a la aceptación.
Ponte plazos
Cuando no hay un plazo concreto para terminar una actividad, puede permanecer en nuestra lista de tareas hasta el infinito. Los plazos nos ponen las pilas, así que no tengas una lista de actividades sin fechas tope; ponte plazos, escríbelos para que puedas verlos y táchalos de la lista cuando estén acabados.
Ponernos plazos nos obliga a trabajar por objetivos y no hacerlo todo de golpe si nos organizamos bien, por lo que podremos tener una vida más tranquila y con menos prisas. Piensa en tus plazos detenidamente e intenta respetarlos, te aseguro que dará resultado.
Ponte un horario
Si puedes, haz siempre el mismo tipo de actividades en la misma franja horaria para acostumbrarte. Escribe un horario que puedas ver y que te sirva de organización. Cuando las actividades no tienen un horario concreto es más fácil que pase el día sin sentir que nos las estamos saltando.
Limpia tu lista de actividades inmediatas
¿Conoces la regla de los 2 minutos? Es tan sencillo como que aquello que vaya a llevarte 2 minutos o menos, nunca lo dejes para después. La sensación de actividad terminada es muy gratificante y motivadora para seguir con otras actividades, además de que ahorras mucho tiempo a la larga.
Por lo tanto, si puedes hacerlo ahora no lo abandones. Manda ese email o whatsapp pendiente, recoge tu ropa, apunta la cita para la semana que viene… se trata de hacerlo en el momento y no dejarlo para más tarde, pues al final podríamos acabar olvidándolo.
Divide tu tarea en tareas más pequeñas
A veces, lo que nos echa para atrás es la magnitud de la tarea a la que nos tenemos que enfrentar. Por eso, dividir una tarea en subtareas hace que psicológicamente nos enfrentemos a ella con menos aversión y, por tanto, que tendamos menos a procrastinar.
Organizarnos por objetivos es una buena práctica, ya que nos permite ir consiguiendo poco a poco nuestros sueños y metas. Empieza por lo más sencillo o por la base de construcción de tus sueños para luego poder edificarlos. Sin prisa pero sin pausa. Con esfuerzo y con ganas.
Establece recompensas
Cada vez que termines una subtarea, date una pequeña recompensa establecida previamente. Puede ser comer algo que te guste, dar un pequeño paseo, leer un capítulo de un libro, ver la tele diez minutos, bailar cinco, ¡lo que te motive!
Programa tiempo de descanso
Es mejor prever el tiempo de descanso para que no se descontrole y acabes procrastinando. Una buena idea es cincuenta minutos de actividad y diez de descanso. Tómate un respiro entre tarea y tarea. No siempre puedes estar rindiendo al máximo.
Programa tiempo de descanso en la semana
Si no te dejas ningún día libre a la semana es mucho más probable que pierdas el tiempo sin proponértelo y que rindas menos. El cuerpo necesita disciplina tanto como desconectar. Si no le das el descanso que necesitas, acaba desconectando sin tu permiso. Busca al menos un día a la semana para ti.
Genera el entorno adecuado
Para cualquier actividad que requiera concentración o disciplina, lo ideal es desconectar el móvil, internet y mantenerse alejado de cualquier fuente de distracción que sabes que va a tentarte. Cuantos menos entretenimientos tengas a mano, más difícil será que acabes procrastinando.
Despréndete de las distracciones para poder conectar contigo mismo. De lo contrario, siempre estarás desconectado y ni siquiera sabrás cuáles son tus necesidades, pues te distraerás. Si apartas de tu lado aquello que desvía tu atención, evitarás procrastinar y fortalecerás la conexión interna contigo.
Aprende a decir no
A veces, los deberes son inevitables, pero otras adquirimos responsabilidades que no tendríamos por qué hacer y las postergamos porque no queremos hacerlas. Saber decir que no a lo que no es necesario o útil es una manera muy valiosa de ganar tiempo y energía para lo verdaderamente importante.
No hay mejor descanso que el que se hace con la sensación del deber cumplido, ¡disfrútalolamenteesmaravillosa.com