Muchos de nosotros estamos cansados de palabras vacías. De miradas que buscan esconder un sentimiento en lugar de luchar por expresarlo a borbotones. Estamos cansados de consejos, de reprimendas, de críticas, de besos contados y de abrazos reglamentarios.
En esta sociedad unos y otros intentamos relacionarnos de la mejor manera, aprendemos mucho de relaciones pero nos hemos olvidado de mostrar cariño incondicional. De mostrar pasión y lealtad sin importarnos el pasado de cada quién. Nos hemos olvidado de que la única forma de amar es abrir nuestro corazón como si nunca nos hubieron hecho daño.
Si entregas un corazón con miedo puedes recibir lo mismo. Es por eso que algunos nos seguimos derritiendo ante la mirada de un perro. Se nos siguen humedeciendo los ojos y encogiendo el pecho de la emoción, al recordar alguno de estos ángeles peludos que nos acompañaron durante algún tiempo pero que ya no están.
Son tantos los momentos y todos tan buenos y puros que me han dado los perros que lo único que se me ocurre es que les demos las gracias y reivindiquemos su paso por el mundo. Para muchos de nosotros los perros son almas puras que no necesitan hablar pues sus muestras de lealtad y cariño infinito son el lenguaje más bello que muchos hemos entendido jamás.
Si crees que has tocado fondo y tienes un perro, no te queda una esperanza, te queda la mejor
El momento en el que adoptamos, nos regalan o compramos un perro asumimos un compromiso y una responsabilidad. Pero no hay que temer nada, porque asearlos, alimentarlos y cuidarlos será un esfuerzo ínfimo a cambio de toda la bondad que ellos nos regalan. Hace tiempo leí este relato anónimo que os quiero compartir y que resume perfectamente el porqué de su existencia y de su ejemplo en nosotros:
¿Te has preguntado por qué los perros viven menos que las personas?
Siendo un Veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.
Examine a Belker y descubrí que estaba muriendo de Cáncer. Les dije a su familia que no podíamos hacer ya nada por Belker, y me ofrecí para llevar cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.
Hicimos los arreglos necesarios, Ron y Lisa dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane observara el suceso. Ellos sintieron que Shane podría aprender algo de la experiencia.
Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando. En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no despertar.
El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento preguntándonos el porqué de el lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea mas corta que la de los humanos.
Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ”yo sé porqué.”Sorprendidos, todos volteamos a mirarlo. Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación mas reconfortante que ésta. Este momento cambio mi forma de ver la vida.
El dijo,”la gente viene al mundo para poder aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?”
”Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros.”
Este relato simplifica la verdad entre perros y seres humanos. Los dos venimos al mundo dotados de sentimientos y con el deseo de ser felices. Los perros practican el amor sin límites y no guardan rencor. Ellos solo se acercan o se alejan según los trates. Las personas, sin embargo, aprendemos un sinfín de conocimientos para guardar nuestros sentimientos por diferentes motivos.
Con esto no queremos decir que las personas no seamos capaces de dar amor. Lo hacemos muy bien cuando queremos, pero un perro te dará amor siempre, y sus enfados o malos modos nunca te causarán sufrimiento psicológico.
Si pasas por un mal momento, siéntate y deja que un perro te mire y acarícialo. Quizás no puedas tenerlo en tu casa pero puedes buscar su compañía ayudando en cualquier protectora de animales. Estarás dando ayuda y recibirás la terapia más pura que muchos de nosotros ya hemos probado.
Espero que mi perro haya tenido una buena vida, la mía fue mejor junto a él
Cuando recuerdas momentos compartidos con tu perro solo sientes tranquilidad y añoranza. Podrías estar pasando por mil dramas en tu vida que él nunca bajaría la guardia para darte lametones y mirarte con lealtad. Esos recuerdos son los más puros del corazón y la curación de su compañía es un tesoro que guardarás siempre contigo.
Hay situaciones en las que las palabras sobran: solo se trata de contemplar, acompañar y acariciar. Amor puro. Amor incondicional. Amor sincero.
“Solo espero que el día que yo muera, todos los perros que estuvieron conmigo en esta vida me reciban ladrando y moviendo sus colas, y así diré: “¡Gracias Dios mío, estoy en el cielo!”