Adoro la gente que te mira con los ojos y ve con el corazón
Me gusta la gente sencilla y trasparente,
las personas que son capaces de darte el auténtico reflejo de lo que son, y que
a su vez, te permiten ser tú mismo en cada instante. Sin lugar a dudas no es
pedir demasiado, y por ello, antes de preocuparnos también en encontrar personas
auténticas, debemos preocuparnos también en serlo nosotros mismos. No es
adecuado esperar que nos ofrezcan sin saber ofrecer primero.
Las personalidades que viven la vida desde el corazón son
aquellas que no ocupan espacios, son hábiles constructores de puentes. Tampoco
llenan vacíos, porque son artífices de las emociones más íntegras, de la
humildad más auténtica.
Si en tu día a día conoces a alguien que enriquece la vida
de la forma que sea: mediante el conocimiento, el apoyo diario, o esa
complicidad que no se puede explicar con palabras, no la dejes ir.
No es fácil encontrar personas que de verdad conecten con
nuestra esencia, y a su vez, nos hagan la vida más fácil sin pedir nada a
cambio. Es preciso cuidarlos como el mejor de los tesoros, como el bien más
preciado, porque quien vive una vida desde el corazón, solo puede
ofrecer honestidad y reciprocidad.
Habitantes del corazón, artesanos de la integridad y la
empatía
Llevar una vida íntegramente desde el corazón no
es fácil. Requiere en primer lugar haber recorrido un largo trayecto
interior para adquirir un adecuado autoconocimiento. Solo así logramos aceptar a
su vez a los demás como a nosotros mismos.
Quien no se acepta a sí mismo, carga frustraciones e inseguridades en su
interior. Un alma habitada por múltiples vacíos no resueltos solo es capaz de
ver en los demás sus propios defectos, sus propias carencias.
Como puedes intuir no es sencillo poder ofrecer
esa apertura, esa sinceridad en la cual nos dejamos envolver recibiendo
esa mirada de quien nos sabe atender, de quien entiende el lenguaje de la
comprensión y de los pequeños detalles. Ahora bien ¿Qué características están
implícitas en estas personalidades?
- Hay quien piensa que las personas sinceras y auténticas “vienen de
fábrica”, que nacen con esa luz propia.
- En realidad, muchas de ellas han pasado un largo recorrido en la vida del
cual, han aprendido a hilar su interior, a crecer, a madurar en
emociones, prudencia y entendimiento.
- La base de quien sabe vivir desde el corazón es aquel que sabe mostrar
empatía.
- La empatía es el mejor tributo que nos ha ofrecido nuestro cerebro
social. Yo soy capaz de reconocer emociones en los demás porque a
su vez, reconozco y gestiono de forma adecuada las propias.
- Quien es capaz de ofrecer esa apertura tan íntegra, ahí donde la mirada no
atiende solo un rostro sino que sabe leer más allá del envoltorio físico,
es capaz también de sentir en su propia persona lo que nosotros
sufrimos, lo que nosotros vivimos.
Este tipo de “conexiones” tan excepcionales aparecen muy pocas veces. Ahora
bien, al igual que es posible que dispongas de una o dos personas con estas
características en tu círculo social, puede que también tú seas así:
alguien que vive la vida desde el corazón.
Vivir la vida desde el corazón es sentir las heridas del mundo
En ocasiones, resulta más fácil vivir una existencia con una venda en
los ojos y el corazón lleno de parches, evitando que sienta,
protegiéndonos a su vez de sentimientos dolorosos. De algún modo, sería como
seguir esa famosa premisa de “no sentir para no sufrir“.
Ahora bien, en realidad, siempre encontrarás mayor
autenticidad en la gente que sigue su camino con pies seguros y sonriéndole al
mundo, con fuerza y entereza, sin importarle si tiene rotos los huesos de su
espíritu.
Podríamos decir que el verdadero conocimiento recae en esas personas que han
sufrido en algún momento de su vida, y han sabido actuar con resiliencia
obteniendo un aprendizaje, sabiéndose ahora más fuertes. Ahora bien, pero en
ocasiones, esa fortaleza interior no significa en absoluto que seamos
invulnerables al dolor ajeno.
Quien ha
vivido algún suceso doloroso, ya sea una pérdida, una decepción o cualquier
hecho traumático es más sensible a las heridas del mundo, a las emociones
ajenas.
- Sus miradas son más sabias y más hábiles a la hora de
intuir, de notar, de percibir en nosotros ciertas inquietudes.
- Si es tu caso, si eres una de esas personas acostumbradas a sentir en una
alta intensidad el dolor ajeno, empatizando con quien te rodea, sabrás
que el día a día puede no resultar tan fácil como muchos
piensan.
La vida desde el corazón es más intensa, más pura y más noble, pero
en ocasiones también duele. No es tu tarea salvar al mundo entero, no
es tu obligación sanar más corazones que el tuyo…
Ahora bien, tampoco podemos olvidar que a veces, no hay mejor bálsamo que el
sentirse escuchado, atendido y comprendido. Si como dicen, el universo
empieza siempre en nosotros mismos, la mejor forma de ofrecer amor es empezando
por la comprensión. Vale la pena.
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