Suele decirse que la personalidad narcisista es en ocasiones el reflejo de muchas sociedades. Ese comportamiento basado casi en el “self-interest” o el interés propio, se ve casi como un sentimiento de supervivencia en contextos marcados por la competividad, y la ley del más fuerte.
Ahora bien, bajo esa concepción de “el mundo gira en torno a mi” y “debo sobrevivir por encima de los demás”, hay en realidad muy poco de funcional. Ninguna relación puede ser efectiva ni mantenerse bajo esta enfoque donde uno siempre gana, y donde sólo se busca el beneficio propio.
En realidad, bajo la personalidad narcisista se esconde alguien poco hábil en cuanto a recursos emocionales. Es una persona incapaz de identificarse con aquellos que les rodean, y que vive defendiéndose siempre del sentimiento de soledad e inadaptación.
El corazón de un narcisista es incapaz de ver más allá del límite de su propia coraza. Es una mente rígida con las pulsiones de un niño que no ha pasado de esa fase de egocentrismo, donde cubrir sus necesidades de bienestar y reafirmación.
Al principio, nos pueden parecer cautivadores. A nivel afectivo nos sorprenden por ese carácter cercano pero infantil, donde siempre se busca ser el centro de las miradas, llamar nuestra atención. Son los más abiertos en las reuniones sociales y, su voz, suele escucharse por encima de las otras. No obstante, no debemos dejarnos engañar porque su interés es puramente instrumental. Veámoslo con detalle.
El narcisismo o el arte de que el mundo encaje en mi mapa personal
El rasgo principal de una personalidad narcisista es la grandiosidad. Para ellos no hay términos medios, gozan de una sobrevaloración autoimpuesta ante la cual hay que rendirse y claudicar. El mundo parece seguir siempre la partitura que ellos mismos escriben, sin comprender que su corazón carece de música y aún menos de ritmo.
Si en ocasiones nos llaman la atención los narcisistas es casi siempre por su aparente seguridad. Aparecen ante nosotros como auténticos triunfadores: deslumbran, cautivan y son el claro ejemplo del éxito social en muchas ocasiones.
Ahora bien, no debemos dejarnos llevar por las apariencias. Tal y como dijo Sigmund Freud en una ocasión las personas estamos hechas de carne pero vivimos como si fuéramos de hierro, es decir, muchos escondemos nuestras propias fragilidades bajo férreas armaduras. En el caso de los narcisistas, su auténtica esencia sería la siguiente:
- Viven bajo una imagen autoconstruida que no es real.
- Su seguridad es falsa, así como su templanza y su grandiosidad. Bajo ellos hay en realidad una baja autoestima que deben revestir con grandes artificios para sentirse seguros y capaces.
- Si alguien les lleva la contraria, o reciben una crítica se sienten vulnerables y no la toleran. Es un modo de quebrar los esquemas que ellos mismos se han creado.
- Tienen muy poca resistencia a la frustración, una característica infantil donde demuestran tener escaso autocontrol.
- Carecen de empatía, no llegan a identificarse con las emociones ajenas y aún menos con las necesidades de los demás.
- Suelen vivir graves crisis de identidad debido a la fabulación que ellos mismos llegan a crear. De hecho, pueden llegar desarrollar un trastorno de la personalidad.
Cómo tratar y sobrevivir a un corazón narcisista
Estamos seguros de que conoces a más de una persona con estas características. Es posible incluso que tengas una familia narcisista o que algún amigo cercano actúe de esa forma en la cual, la prioridad de uno mismo encabeza de forma sutil cada una de sus acciones.
Vivimos en un mundo complejo habitado por corazones narcisistas, mentes egoístas y voluntades manipuladoras. No se trata tampoco de ir cortando vínculos como quien poda las rosas más afiladas de su jardín. En nuestro ciclo vital encontremos personas más nobles, pero debemos también aprender a tratar a las primeras.
- Saber identificarlas: en ocasiones podemos pasar toda una vida junto a un familiar narcisista sin reconocer su sutil manipulación. Nos acostumbramos y llegamos a concebir incluso que nuestras necesidades son secundarias. Es un peligro, de ahí que debamos reconocerlos.
- Gestiona tus propias emociones: una vez has identificado a la persona narcisista, piensa cómo te hace sentir. Debes tener claro que con estas personalidades no podrás compartir tus problemas, tus sueños… Ellos siempre serán su propia prioridad, carecen de empatía. Si notas que no vas a poder con ello, limita el trato.
- Pon límites y hazles ver las consecuencias de sus acciones y palabras. No se trata de hacerles daño, sino de hacerles ver la realidad. Quien se antepone por encima de los demás, genera infelicidad. Y quien ofrece emociones negativas acaba recibiendo distancia y soledad.
Vale la pena hacerles ver lo que sus actos generan en ti de forma constructiva, a la vez que marcamos límites y nos autoprotegemos. No busques complacerlos, ni caigas en sus juegos de culpa, procura no convertirte en el centro de sus dianas o tu vida, empezará a caer en sus hábiles dedos, artesanos del egoísmo más destructivo.
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